Olvida el yogur: 7 alimentos con probióticos que transforman tu salud intestinal al instante
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En los últimos años, la salud intestinal ha captado gran atención a nivel mundial, impulsada por estudios que destacan el papel clave del microbioma en el bienestar general. Este ecosistema, compuesto por más de un billón de microorganismos en el colon, influye en la digestión, el sistema inmunitario, la función cerebral y la prevención de enfermedades crónicas.
Los probióticos, bacterias vivas beneficiosas, ayudan a mantener su equilibrio. Según expertos como Samina Kalloo y Yasi Ansari, estas bacterias apoyan la absorción de nutrientes, regulan el estado de ánimo y disminuyen la inflamación, promoviendo un intestino saludable y equilibrado.
Siete alimentos con más probióticos que el yogur
La cantidad de bacterias beneficiosas en alimentos fermentados varía según su tipo y preparación. Según Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, productos como yogur, kimchi, kéfir y kombucha pueden aportar entre un millón y más de cien millones de UFC por gramo o mililitro. Aunque el yogur es la fuente clásica de probióticos, otros fermentados pueden igualar o superar su contenido.
1. Kimchi
El kimchi, tradicional plato coreano de verduras fermentadas, aporta entre 10 millones y 10 mil millones de UFC por gramo. Jennifer Wagner señala que puede enriquecer la dieta con probióticos. Además, aporta antioxidantes y vitaminas C y A, favoreciendo la salud ocular e inmunológica, combinando sabor y beneficios digestivos.
2. Kombucha
La kombucha, bebida fermentada de té endulzado, contiene entre 1 y 10 millones de UFC por mililitro. Ansari explica que la cantidad de microbios beneficiosos depende de la preparación y almacenamiento. Refrigerada y baja en azúcar, puede mejorar la salud intestinal y aportar antioxidantes naturales presentes en el té utilizado.
3. Pasta de miso
El miso, pasta fermentada de soja, contiene entre 1 y 10 millones de UFC por gramo. Kalloo indica que se emplea en platos japoneses, aportando probióticos, minerales como zinc y manganeso, y sabor intenso. Por su salinidad, conviene usarlo en pequeñas cantidades como base de sopas, aderezos o marinados.

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4. Queso cottage cultivado
El queso cottage con cultivos vivos puede aportar hasta 100 millones de UFC por gramo. Kalloo resalta que ofrece proteína, calcio, fósforo y vitaminas del complejo B. Combinarlo con huevos y verduras potencia su valor nutritivo. Su textura cremosa y ligero sabor ácido lo hace ideal para desayunos o como aderezo saludable.
5. Kéfir
El kéfir, bebida fermentada, contiene entre 10 y 100 millones de UFC por mililitro. Wagner destaca su potencial para mejorar la salud intestinal, reducir colesterol y brindar propiedades antiinflamatorias. Ansari agrega que la fermentación disminuye la lactosa, facilitando su digestión. Se puede incorporar en batidos, avena nocturna o acompañando muffins.
6. Chucrut
El chucrut, repollo fermentado, aporta alrededor de un millón de UFC por dos cucharadas. Kalloo comenta que las versiones crudas o no pasteurizadas conservan más probióticos que las comerciales. Ansari sugiere incorporarlo en tostadas con aguacate o en tazones de cereales, aprovechando su sabor ácido y beneficios digestivos.
7. Natto
El natto, soja fermentada típica de la cocina asiática, puede contener hasta 10 mil millones de UFC por gramo. Wagner indica que es rico en proteínas, antioxidantes y micronutrientes que apoyan la salud inmunitaria, metabólica y tisular. Su consumo aporta probióticos, contribuyendo a la digestión y al equilibrio general del organismo.
Recomendaciones para consumir y conservar alimentos probióticos
Para mantener los beneficios de los alimentos probióticos, es fundamental consumirlos crudos o apenas procesados. La preparación y el almacenamiento afectan directamente la cantidad de bacterias vivas que contienen. Según Ansari, calentar estos alimentos después de la fermentación puede destruir sus cultivos beneficiosos. Se recomienda disfrutarlos crudos, evitar combinarlos con bebidas o comidas calientes y revisar siempre la información nutricional del envase, ya que el contenido probiótico puede variar según la marca, el tiempo de conservación y la forma de almacenamiento.









