Avenida Abancay COLAPSA: largas colas y caos total para ingresar a zona comercial
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Desde tempranas horas, la avenida Abancay se convirtió en un cuello de botella para los trabajadores de Mesa Redonda, Amazonas y el Mercado Central. La exigencia de mostrar DNI y constancia laboral provocó extensas filas bajo el sol, mientras la ausencia de una logística eficiente y de presencia policial suficiente desató el malestar de cientos de personas que solo buscaban llegar a sus puestos.
Caos y desinformación en Abancay: trabajadores soportan largas filas bajo estricto control de ingreso
El inicio de semana fue un calvario para comerciantes y feligreses que se dirigían a Mesa Redonda, Amazonas y el Mercado Central. La avenida Abancay colapsó ante la aglomeración de personas que intentaban pasar por los puntos de acceso, bloqueados con rejas metálicas y resguardados por unos 45 policías.
Sin embargo, solo uno de ellos se encargaba de revisar los documentos, lo que generó colas interminables y una espera de más de hora y media. Muchos denunciaron la falta de señalización y orientación, lo que agravó aún más el caos en plena vía pública.

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Comerciantes y devotos, los más golpeados por el desorden en Abancay
Las medidas de control implementadas en la avenida Abancay este lunes tomaron por sorpresa a cientos de trabajadores del comercio formal e informal que se dirigían a sus puestos en Mesa Redonda, Amazonas y el Mercado Central. Con paquetes, productos y herramientas en mano, muchos soportaron largas esperas tras ser obligados a mostrar su DNI y detallar el lugar exacto donde laboran. “Algunos llegaron desde las nueve de la mañana y, pasadas las diez y media, aún no habían logrado ingresar”, relataron molestos.
La falta de aviso previo agravó la situación. Varios entrevistados aseguraron no haber recibido información sobre las nuevas restricciones, lo que desató confusión y enojo. A ello se sumó la escasa logística: de los 45 policías desplegados, solo uno se encargaba de revisar documentos, provocando embudos y un ambiente de creciente frustración.
Los devotos que asistían a la iglesia San Francisco por el día de San Judas Tadeo también sufrieron la desorganización. Aunque su paso fue más ágil, muchos hicieron fila en los accesos equivocados y al llegar al control fueron redirigidos, perdiendo su turno. El caos incentivó a algunos a colarse, lo que desató aún más desorden.
Entre quejas y rostros cansados, madres con niños pequeños, adultos mayores y comerciantes repetían la misma crítica: “En años anteriores no se habían implementado restricciones de este tipo”. Sin señalética ni personal que oriente, la jornada terminó por convertir un lunes cualquiera en una prueba de paciencia para cientos de limeños.









