Mujer peruana fue condenada a la máxima pena en cárcel de EE.UU. ¿Qué pasó en realidad con Ada Cuadros?
Únete al canal de Whatsapp de WapaAda Cuadros, una joven peruana originaria de Chimbote, dejó su país en 2005 con apenas 22 años, con la ilusión de forjar un nuevo comienzo en Estados Unidos. Encontró trabajo como niñera en el condado de Collin, Texas, cuidando a dos mellizos pertenecientes a la familia Lazarchik. Sin embargo, su historia dio un vuelco dramático cuando fue acusada de estar involucrada en la muerte de uno de los bebés, Kyle Lazarchik, de tan solo 14 meses.
Según la propia versión de Ada, el menor sufrió una caída accidental mientras ella lo había sentado sobre una mesa para realizar algunas tareas del hogar. A pesar de que intentó asistirlo inmediatamente, no avisó a los padres del incidente porque la madre le había pedido no ser molestada debido a una fuerte migraña. Dos días después, el pequeño comenzó a presentar síntomas alarmantes como vómitos y convulsiones. Ada llamó al 911, pero, pese a los esfuerzos médicos, el bebé no logró sobrevivir.
En 2009, la Corte de Apelaciones de la Quinta Sala de Texas anuló el primer juicio en su contra por irregularidades en el proceso, lo que le permitió acceder a un nuevo juicio. No obstante, en 2012, fue sentenciada nuevamente a cadena perpetua. La defensa legal no pudo desmontar una prueba de ADN que, según la Fiscalía, la vinculaba directamente con la muerte del niño.

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Desde entonces, la familia de Ada no ha cesado en su lucha por probar su inocencia. Han interpuesto nuevas apelaciones y solicitan ayuda jurídica y económica para continuar con el proceso. Para ello, realizan diversas actividades con el fin de recaudar fondos y han solicitado la intervención de las autoridades peruanas en su caso.
Ya son 19 años los que Ada lleva tras las rejas, cumpliendo una condena que muchos consideran excesiva frente a las dudas existentes sobre su culpabilidad. Su caso ha sido motivo de atención internacional debido a la aparente falta de evidencia contundente y la dureza de la sentencia impuesta en los Estados Unidos.
La esperanza no ha desaparecido: sus familiares y defensores siguen insistiendo en que se revise su caso a fondo, con la esperanza de que algún día pueda recuperar su libertad y contar su historia en primera persona.