¡Alerta Mundial! Un virus desconocido podría ser el culpable del descontrol alimenticio y el aumento alarmante de la obesidad
Únete al canal de Whatsapp de WapaCientíficos de España han lanzado una sorprendente hipótesis: un virus en la microbiota intestinal podría ser responsable de la creciente adicción a los alimentos procesados y del aumento de la obesidad. Aunque este fenómeno aún es objeto de debate, un equipo de expertos de la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI) ha señalado que los bacteriófagos, un tipo de virus que infecta bacterias, pueden estar jugando un papel fundamental.
La investigación, publicada en la prestigiosa revista Nature Metabolism, desafía la idea tradicional de que las bacterias son los únicos microorganismos que afectan nuestra salud intestinal. Según el estudio, ciertos virus podrían alterar la microbiota de manera significativa, influyendo en el apetito y el metabolismo. En particular, los científicos han identificado un tipo específico de bacteriófago llamado Gokushovirus WZ-2015a, que parece estar vinculado a patrones de comportamiento alimentario compulsivo.
La obesidad: una epidemia global
La obesidad, reconocida como una enfermedad crónica compleja, ha alcanzado dimensiones de pandemia global. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 650 millones de personas padecen este trastorno, con una prevalencia que ha aumentado drásticamente en los últimos 50 años. Esta condición no solo afecta la estética, sino que incrementa el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, y varios tipos de cáncer. Además, impacta la calidad de vida de quienes la sufren, afectando su movilidad, sueño y bienestar general.
Uno de los factores subyacentes en el desarrollo de la obesidad podría ser la adicción a la comida, un trastorno que muchos especialistas han comenzado a reconocer. Aunque no está oficialmente catalogada como un diagnóstico en el DSM-5, la adicción a la comida se caracteriza por una pérdida de control sobre el consumo de alimentos, especialmente aquellos altos en azúcar y grasas. Esto genera cambios en el cerebro similares a los que ocurren en otras adicciones.
Nuevas revelaciones sobre el papel de los virus
El estudio pionero de los investigadores españoles se centró en los bacteriófagos, específicamente los Microviridae, y su posible influencia en la adicción alimentaria. Los científicos demostraron que estos virus podrían modificar los neurotransmisores clave, como la serotonina y la dopamina, que están involucrados en los sistemas de recompensa del cerebro. Estos neurotransmisores son cruciales para el control del apetito y las conductas relacionadas con la comida.
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A través de un enfoque multidisciplinario, los investigadores utilizaron avanzadas técnicas de metagenómica, resonancia magnética y análisis metabolómicos para explorar cómo los bacteriófagos afectan el comportamiento alimentario. Además, realizaron trasplantes de microbiota y viroma entre animales y humanos, y observaron cómo estos microorganismos alteraban los patrones de consumo de alimentos.
Impacto en el tratamiento de la obesidad
El hallazgo más llamativo de este estudio es la identificación de una sustancia en la sangre humana, el ácido antranílico, que podría actuar como protector contra la adicción a la comida. Esta sustancia podría ser clave en el desarrollo de tratamientos para contrarrestar los efectos negativos de los bacteriófagos y ayudar a las personas a recuperar el control sobre sus hábitos alimenticios.
Los investigadores también encontraron que los ratones expuestos a la microbiota humana con mayor concentración de bacteriófagos mostraron un aumento en los comportamientos típicos de la adicción alimentaria, como el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas y azúcares. Esto sugiere que la interacción entre los virus y los neurotransmisores podría ser un factor determinante en el desarrollo de la obesidad.
Este estudio abre una nueva puerta al entendimiento de la obesidad y la adicción alimentaria, destacando la importancia de los virus intestinales en la regulación del apetito y el metabolismo. Si los resultados se confirman, podríamos estar ante una revolución en el tratamiento y la prevención de estos trastornos que afectan a millones de personas en todo el mundo.