¿Se fue del país? ¿Qué pasó con Clímaco Basombrío el ‘Loco Martillo’ tras cumplir su sentencia en la cárcel?
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Aunque los crímenes y actos violentos son noticias frecuentes en los medios, solo algunos llegan a conmocionar de forma permanente a la sociedad. Uno de esos episodios fue protagonizado por Clímaco Basombrío Pendavis, conocido como el ‘Loco del Martillo’, cuyo crimen marcó a toda una generación y dejó una herida abierta en el corazón de una familia limeña.
Corría el sábado 7 de julio de 2001 cuando la vida de varios jóvenes cambió para siempre en una vivienda del barrio de Chacarilla, en Surco. Basombrío, que entonces tenía 19 años, fue sentenciado a 20 años de prisión por múltiples delitos contra la vida y la integridad física. Lo que ocurrió aquella tarde no solo impactó por la brutalidad del acto, sino por la historia detrás del agresor.
De alumno devoto a autor de un crimen brutal
Clímaco Basombrío era un estudiante del colegio Santa María y muy activo en actividades religiosas. A pesar del golpe emocional que significó la muerte de su padre cuando tenía solo 11 años, nada en su entorno hacía presagiar que protagonizaría uno de los asesinatos más recordados del país.
Aquel sábado, todo parecía una celebración escolar más. Clímaco había sido invitado por Sebastián Brenes, su amigo y hermano mayor de Alexandra Brenes, para festejar su ingreso a la universidad USIL. Junto a ellos también estaba Carlos Lescano, miembro de la banda de rock de Sebastián. La reunión comenzó con música y risas en la azotea del departamento.

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Pero, mientras sus amigos tocaban, Clímaco bajó varias veces. Primero, dijo necesitar agua; luego buscó una corbata y finalmente entró al cuarto de Alexandra para realizar una llamada. Fue entonces cuando ella le pidió avisar algo a la trabajadora del hogar, Ida Merino. En ese instante, Clímaco se cruzó con ella en las escaleras... y todo cambió. Encontró un martillo y lo utilizó para golpear a Merino, dejándola gravemente herida. Luego, atacó a Alexandra con más de 40 golpes hasta matarla, y también agredió a Carlos Lescano antes de ser reducido por Sebastián y un vigilante.
Confesión, juicio y condena
Clímaco no negó su responsabilidad. Según su abogado, el joven parecía no comprender del todo lo que había hecho, pero estaba dispuesto a asumir las consecuencias. “No sé por qué lo hice, pero lo hice. Métanme preso o mátenme”, habría dicho a las autoridades.

En febrero de 2003 fue condenado a 20 años de prisión, pena que incluía el tiempo que ya había estado detenido desde julio de 2001. El fallo concluyó que Clímaco era plenamente consciente del delito cometido y no presentaba condiciones que afectaran su capacidad de comprender sus actos. Su sentencia vencía, oficialmente, el 8 de julio de 2021.
Sin embargo, a pesar de la repercusión mediática del caso, se desconoce si Clímaco Basombrío fue liberado. Su nombre no ha vuelto a aparecer públicamente.
El testimonio del agresor y el perdón de una víctima
Durante su evaluación en el penal San Pedro, Clímaco ofreció su versión sobre los hechos y su vínculo con los Brenes. Contó que era cercano a Sebastián y que incluso había pasado varios días en su casa antes del crimen. Sus declaraciones también intentaron explicar, sin éxito, qué lo llevó a actuar con tanta violencia.
Ida Merino, la trabajadora del hogar que sobrevivió al ataque, relató años después en ATV que no guarda rencor. Incluso declaró haber perdonado a Clímaco. Sin embargo, nunca recibió el pago de reparación civil de 400 mil soles que le fue asignado judicialmente.
El descenso hacia la locura y los intentos de libertad
En su confesión, Clímaco describió cómo, tras bajar las escaleras, vio el martillo y atacó sin pensar. Afirmó que la agresión fue impulsiva y sin razón clara. Más tarde, en 2010, intentó acceder a libertad condicional tras haber cumplido un tercio de su condena, pero los informes psiquiátricos determinaron que no era apto para ser liberado.
Incluso, en una entrevista con Mariela Patriau, Basombrío intentó justificar sus acciones afirmando que había sido drogado sin saberlo por sus amigos, quienes supuestamente mezclaron cocaína con gaseosa. No obstante, las evaluaciones descartaron que tuviera problemas mentales o consumo de sustancias al momento del crimen.
“No estoy loco”, fue una frase que repitió en varias ocasiones. Sin embargo, esa defensa no prosperó, y su condena siguió firme hasta su aparente liberación, sobre la cual no hay confirmación oficial.








