Un clásico con triunfo femenino

Escribe: Nicole Calderón

Hace algunos años, en nuestro país, era imposible que la final de un partido de fútbol femenino se llevara a cabo en un estadio de renombre. Hoy la historia ha cambiado y nos enorgullece el paso que hemos dado como sociedad.

El sábado 26 de octubre, a las cuatro de la tarde, se jugó la final de la Zona Lima del Campeonato Nacional de Fútbol Femenino en el emblemático Estadio Nacional de Lima, coloso donde se realizan los más importantes torneos de fútbol. Ese día, desde el pitazo inicial, algo estaba a punto de cambiar. A partir de ese instante, el fútbol no volvería a ser el mismo en nuestro país. Claramente, sería mucho mejor.

Aquel sábado, los equipos femeninos de Universitario de Deportes y Alianza Lima se enfrentaron en una final muy digna, en un inolvidable clásico que albergó a cientos de hinchas de ambas escuadras, quienes acudieron al Nacional para alentar a las futbolistas. La pasión, el fervor, la entrega, la garra... Todo se concentró en la cancha principal del Coloso de José Díaz.

Si bien Universitario se coronó campeón de la Zona Lima con un 2-1, la importancia del encuentro radicó en que el fútbol femenino se impuso y por primera vez fue transmitido por televisión, radio y redes sociales, lo que representa un paso adelante en la lucha por la igualdad en el deporte rey, aunque por supuesto aún queda mucho por hacer.

Cada integrante de Universitario y Alianza tiene una historia diferente. Pero lo que las une y reúne es su pasión por el fútbol. En esta oportunidad, un partido se jugó fuera de las canchas. Un encuentro aparte, pero sin rivalidades (o por lo menos no tan extremas).

Es el caso de las gemelas Canales, quienes se enfrentaron por el honor en un duelo literalmente de sangre. Cada una defendía el color de su camiseta: Xioczana representó a Universitario de Deportes, mientras que su gemela, Xiomara, hizo lo propio con Alianza Lima. En casa no sabían a qué equipo apoyar. Pero, eso sí, eran conscientes de que, sea cual fuere el resultado, en la noche se festejaba.

El encuentro del sábado se desarrollaba con normalidad. Una que otra falta como en cualquier otro partido. Un gol por aquí, otro por allá. La emoción no cesó y los hinchas no dejaban de alentar. Al terminar el partido, Xioczana y Xiomara se unieron en un abrazo interminable. Quizá una consolando a la otra por haberle ganado, o tal vez a modo de agradecimiento, por ser hermanas y estar juntas en algo que tanto aman: el fútbol.

Este clásico será recordado como un día histórico para el deporte peruano, como el día en que el fútbol femenino triunfó en el Estadio Nacional. Ahora lo que toca es reforzar, cuidar y apoyar. Esto recién empieza.