¿Dejar de bañarse puede ser saludable? El médico que rompió las reglas de higiene y dejó a todos con la boca abierta
Únete al canal de Whatsapp de WapaAunque parezca absurdo en plena era de duchas con aromas exóticos y rutinas de skincare de 10 pasos, un médico estadounidense decidió ir a contracorriente y dejar de bañarse. Su experimento personal no solo ha generado debate en redes y medios, sino que ha puesto sobre la mesa una pregunta tan incómoda como intrigante: ¿realmente necesitamos tantos productos para estar “limpios”?

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Una decisión radical que empezó como curiosidad científica
El protagonista de esta historia es el Dr. James Hamblin, médico y periodista de salud. En 2015, decidió reducir y eventualmente eliminar el uso de jabón, champú y desodorante. Su motivación no fue descuido ni rebeldía, sino una hipótesis: tal vez la industria del cuidado personal nos ha hecho creer que necesitamos más limpieza de la que nuestro cuerpo realmente requiere.
El resultado, según él, fue asombroso. Con el tiempo, su cuerpo dejó de producir exceso de grasa y, lo más sorprendente, su olor corporal se neutralizó. “No huelo a perfume... pero tampoco huelo mal”, dijo en una entrevista con BBC Mundo.

¿Menos jabón, menos bacterias malas?
Hamblin sostiene que cuando nos bañamos compulsivamente con productos agresivos, eliminamos las bacterias buenas que protegen nuestra piel. Este desequilibrio abre la puerta a bacterias más agresivas las que causan mal olor, obligándonos a usar más productos, en un ciclo sin fin.
Al dejar que su microbioma cutáneo se reequilibrara, el mal olor fue desapareciendo por sí solo. Su teoría es respaldada por investigaciones recientes sobre el microbioma humano, que sugieren que muchos productos de higiene actuales podrían estar afectando nuestro sistema inmunológico cutáneo.
El baño diario... ¿un invento moderno?
A lo largo de su investigación, Hamblin entrevistó a dermatólogos, inmunólogos y microbiólogos. También visitó laboratorios, fábricas de jabón y exploró la evolución histórica de los hábitos de higiene.
Su conclusión fue clara: ducharse todos los días con químicos no es una necesidad biológica, sino una costumbre comercializada a gran escala durante el siglo XX. “Es curioso que hayamos convertido el baño diario en una obligación, sin cuestionar si es realmente necesario”, reflexiona.
Y aunque defiende la limpieza de manos como una medida esencial de salud pública, plantea que tal vez exageramos con el resto del cuerpo.

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No se trata de ser sucio, sino de escuchar al cuerpo
Hamblin no está haciendo apología de la suciedad, ni sugiere que todos debamos abandonar la ducha de un día para otro. Su propuesta es otra: replantear nuestras rutinas de higiene con menos productos, menos frecuencia y más conexión con nuestro propio cuerpo.
El mensaje es claro: tal vez no necesitamos oler a vainilla glaseada ni cubrirnos de espuma antibacterial cada 12 horas. Tal vez, simplemente, necesitamos recuperar el equilibrio natural de nuestra piel.