¿Por qué todos tocan madera para tener suerte? El origen oculto de esta superstición mundial
Únete al canal de Whatsapp de WapaEn culturas de todo el planeta, desde América Latina hasta Europa y Asia, la costumbre de tocar madera al expresar un deseo o evitar el infortunio se mantiene vigente. Este gesto cotidiano, cargado de simbolismo ancestral, fusiona creencias paganas, prácticas cristianas y hasta juegos infantiles.
Espíritus protectores en los árboles
La teoría más extendida sugiere que, en antiguas culturas paganas como los celtas y germánicos se creía que los espíritus habitaban en los árboles, cuyos bosques eran considerados templos de divinidades de la naturaleza. Golpear o tocar madera servía para invocar su favor o agradecerles cuando se pronunciaba un deseo o se proclamaba un logro.
Influencia cristiana: la cruz salvadora
Durante la expansión del cristianismo, el simbolismo se reinterpretó: muchos vinculaban el gesto a la madera de la cruz, tocando relicarios o trozos de madera para buscar protección divina. Esta herencia forma parte de la cosmovisión cristiana contemporánea.
De rituales a juegos infantiles
Según el folklorista Steve Roud, el hábito también pudo popularizarse a través del juego "Tiggy Touchwood" (siglo XIX), en el que los niños alcanzaban inmunidad al tocar madera.
Una costumbre global con variantes culturales
El gesto persiste en el mundo entero:
- En Brasil se hacen tres golpes sobre un objeto de madera.
- En Grecia se dice “χτύπα ξύλο”, y en Irán se acompaña con una frase para “evitar el mal de ojo”.
- En Argentina, curiosamente, hombres se golpean ligeramente los testículos y mujeres se tocan el pecho izquierdo al mismo tiempo .
Psicológicamente conveniente
Aunque la ciencia moderna señala que estas acciones son expresiones apotropaicas rituales para alejar el mal también cumplen una función psicológica tangible: reducen la incertidumbre y ofrecen sensación de control. Expertos señalan que, incluso entre personas escépticas, seguir estas costumbres otorga una sensación de seguridad emocional mínima pero efectiva.
Tocar madera es más que un simple gesto: es un puente entre lo sagrado, lo ancestral y lo emocionalmente humano. A través de décadas, adaptaciones culturales y reinterpretaciones, este acto ha sobrevivido como una muestra del anhelo de suerte, protección y certeza frente a lo impredecible.