Ella Baila Sola Capítulo V: ¿Puede una bailarina ciega bailar ballet?
Únete al canal de Whatsapp de Wapa¿Puede una bailarina de ballet bailar ciega? Si te parece imposible es porque no conoces a Alicia Alonso. Esta semana inicié una investigación para mi proyecto final: una plataforma interactiva donde se pueda conocer la historia de Alicia Alonso, una mujer con la convicción de cambiar el mundo o la bailarina de ballet más importante de Latinoamérica.
Cuando recibió sus primeras zapatillas de ballet, a los 9 años, la habanera ya sabía que se dedicaría a bailar pues, desde ese día, solo caminaba de puntitas y no paró hasta cumplir 72 años. Alicia ha llevado el ballet cubano al más alto nivel desde que creó su Escuela de Ballet Alicia Alonso, que hoy es el Ballet Nacional de Cuba.
Si hubo alguien que le dijera que no podía, ella jamás escuchó. Su perfecta técnica era fruto de su disciplina y esfuerzo, pero no era ese virtuosismo su único talento sino su nivel de interpretación. Era una gran actriz.
Cuando su carrera despegaba, a los 19 años sufrió el desprendimiento de sus dos retinas. Alicia tuvo que enfrentarse a la difícil decisión de abandonar el ballet o continuar su carrera sin ver, pues, para recuperarse, debía dejar de bailar.
Esto para ella era inconcebible, veía el ballet como una necesidad básica. Los retos que la vida le ponía, ella los vio siempre como una oportunidad.
Alicia era una mujer con coraje, como casi todas las cubanas que conozco, con una generosidad desbordante y una disciplina inspiradora. Su trascendencia como artista llegó mucho más allá del ballet.
Ella, siendo bailarina, alzó su voz en protesta contra el gobierno de Cuba de ese entonces, con el que no estaba de acuerdo y se marchó de Cuba junto a su compañía, dejando a este país sin su prestigiosa figura. Durante esos años, nunca dejó de entrenar.
Ni ella, ni sus alumnos y alumnas. Y cuando regresó a Cuba, retomó con muchísima más fuerza creando una Escuela donde cualquier cubano o latinoamericano pudiera estudiar. Cuentan que al principio, hacía falta hombres que quisieran bailar ballet y su compañía buscó en orfanatos a niños que quisieran dedicarse a esto. Es así como Alicia le da oportunidad a todas las personas que quieran cumplir sus sueños a través del ballet.
Mi admiración hacia su disciplina, su entrega como artista y sobre todo su infinita generosidad como formadora de nuevos talentos me hacen estar agradecida de haberla visto alguna vez desde el palco del Gran Teatro que hoy lleva su nombre. Y su fuerza y convicción de dedicarse a lo que ama a pesar de su problema de visión, me confirma que las mujeres latinas somos forjadoras de nuestros sueños.