“¿No es gratis?”: Cardenal arrasó con minibar del Vaticano y se 'asustó' al ver enorme cuenta

La Iglesia católica se prepara para una jornada histórica. El próximo miércoles 7 de mayo, dará inicio el cónclave que definirá quién será el sucesor del papa Francisco, tras su reciente fallecimiento. Desde hace días, los cardenales ya se encuentran descansando en la Casa Santa Marta y aislados de todos. Mientras esto sucede, una singular anécdota ha sido revelada por el arzobispo emérito Anselmo Guido Pecorati.

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En una reciente entrevista para Corriere della Sera, Pecorati compartió detalles curiosos y anécdotas poco conocidas sobre lo que sucede a puertas cerradas durante la elección papal. Sus declaraciones abrieron una pequeña ventana a uno de los procesos más secretos —y fascinantes— del mundo moderno.
El cardenal que se terminó todo el bar
El arzobispo relató que, uno de los cardenales —a quien definió como “un gran amigo” y de origen extranjero— creyó que todos los servicios del lugar estaban cubiertos por el Vaticano. Incluido, por supuesto, el minibar de su habitación. Con total amabilidad, decidió invitar a algunos colegas a tomar una copa después de la cena, sin sospechar lo que vendría.
"En pocos minutos, el minibar quedó vacío. Las botellitas de licor desaparecieron entre brindis y risas, hasta que llegó el momento de la verdad: la factura. Cuando la vio, se llevó una gran y costosa sorpresa”, comentó entre risas Pecorari, quien aclaró que el cardenal no mostró reproches en pagar, pero si se veía muy sorprendido.

La tensión del cónclave y cómo sobreviven a ella
Más allá del episodio anecdótico, Pecorari también habló de cómo se viven los días previos a la elección papal. Asegura que el ambiente en Santa Marta puede ser tenso. “Imagina, los ojos del mundo están puestos sobre el Vaticano”, comentó.
Pero incluso en medio de la solemnidad, hay espacio para momentos de distensión. Según Pecorari, las cenas fuera del Vaticano ayudan a liberar la presión. Eso sí, no siempre son placenteras en términos económicos. "Muchos restaurantes en Roma inflan los precios, apenas ven una sotana roja", confesó.








