Más allá de la función dietética y alimenticia, el apio se convierte en un formidable recurso terapéutico. Las virtudes y propiedades de esta hortaliza eran conocidas en la antigüedad.
Como la mayoría de hortalizas, el apio es bajo en calorías. Cien gramos de apio contiene 1,2 g de proteínas y 5 hidratos de carbono. Además, reúne una serie de sales minerales tales como potasio (344 mg), sodio (132 mg), calcio (80 mg) y fósforo (48 mg).
En cuanto a las vitaminas, el apio aporta la A. B1, B2, B3, C y E. También contiene un aceite esencial aromático, la apiolina, de carácter alcalinizante, que va ligado también a pequeñas cantidades de ácido pálmico, guayacol y phenil, que le da su característico olor.
"Mientras media Humanidad sufre de enfermedades nerviosas y estrés y la medicina moderna se las ve y se las ingenia para superar con fármacos los problemas nerviosos actuales, en el desconocido y modesto apio dormita una potencia curativa de primer orden", explica el Dr. Pérez Albela.
El apio es una planta muy emenagoga, es decir tiene la propiedad de descongestionar el medio sanguíneo; por esta razón se convierte en una valioso medio terapéutico en la regularización de la menstruación en todas aquellas mujeres que normalmente padecen desarreglos.
Para obtener resultados rápidos es necesario ingerir durante un mes considerables cantidades de apio crudo, más activo. Las mujeres que lo tomen deberán beber en ayunas un vasito licuado de apio crudo con unas gotas de limón para alegrar el paladar.
-En algunas tumbas romanas encontraron algunas inscripciones como esta: "Amigo, ya no necesitarás tomar más apio para tu salud".
-Los griegos denominaron al apio como "planta lunática", por su supuesta relación con las fases lunares, atribuyéndole propiedades calmantes del sistema nervioso.