El tenista Novak Djokovic agradeció en un mensaje en internet los apoyos que "alrededor del mundo" ha ido recibiendo en las últimas horas tras quedar en un centro de retención en Melbourne, a la espera de saber si puede entrar en Australia o debe regresar a casa.
"Gracias a mi familia, a mis amigos, a Serbia, y a toda la gente buena alrededor del mundo que me envía su apoyo. Gracias a Dios por la salud", escribió Novak en un mensaje en serbio.
Ese apoyo, "puedo sentirlo y es enormemente apreciado", escribe también en inglés.
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El número uno mundial del tenis desea también una feliz Navidad a los ortodoxos, después de despertar por segunda vez el viernes en un centro de retención de Melbourne, donde comienza el 17 de enero el Open de Australia, primer torneo del Grand Slam de 2022.
El tenista quedó en espera de una expulsión tras la anulación de su visado de entrada en Australia, en la noche del miércoles al jueves, ya que no cumplía las estrictas condiciones de entrada en el territorio, impuestas en el marco de la lucha contra la COVID-19.
Desde que Djokovic fue recluido, los seguidores del tenista y otras personas que simpatizan con su postura se han manifestado públicamente, en Melbourne pero sobre todo en Serbia, donde el tenista es un ídolo nacional.
"Lo que este hombre está viviendo es una vergüenza", manifestó a la AFP Dusan Stojic, un jubilado de 67 años que acudió a una concentración de apoyo al tenista ante el Parlamento serbio, antes de ponerse a llorar.
El padre de Novak, Srdjan Djokovic, convocó un día más a los seguidores de su hijo a los protestas en Belgrado.
"Mi hijo está en prisión desde hace tres días. Es el mejor deportista del mundo. No ha contravenido ninguna ley de ese país", declaró a la prensa.
El tenista no será expulsado antes del lunes, fecha de una nueva audiencia ante un juez de Melbourne.
Desafiando la lluvia, medio centenar de personas --entre aficionados al tenis, manifestantes antivacunas y defensores de los derechos de migrantes-- se congregaron en este día de la Navidad ortodoxa en el exterior del centro de retención en Melbourne.
"Hemos venido a apoyarlo porque es nuestra Navidad, y lo está pasando mal", dijo Sash Aleksic, delante de las instalaciones.
No todos los manifestantes eran sin embargo seguidores de Djokovic. "Los refugiados son bienvenidos, Djokovic no lo es" coreó un grupo, hasta que la policía intervino para separarlo de los seguidores de la estrella serbia.
El centro de retención, ubicado en el antiguo Hotel Park, alberga a 32 refugiados y solicitantes de asilo, atrapados en el estricto sistema de migración australiano.
Se cree que el tenista serbio se puede hallar entre ellos, pero las autoridades fronterizas se han negado a precisar dónde está recluido Djokovic.
A diez días del inicio del torneo (17-30 de enero), es una incógnita si el serbio podrá buscar su décima victoria en Melbourne, la cuarta consecutiva, y batir el récord de 21 Grand Slams que comparte con Roger Federer y Rafa Nadal.
El visado de Djokovic, que se ha mostrado escéptico hacia la vacunación anticovid y no quiere desvelar si ha recibido la inyección, fue cancelado el miércoles por no cumplir los requisitos sanitarios para cruzar la frontera australiana.
Australia apenas permite la entrada de extranjeros en su territorio y los pocos con permiso deben presentar pruebas de una vacunación completa o una exención médica.
El serbio había obtenido una derogación médica de los organizadores de la competición, pero sus requisitos son sutilmente distintos. Por ejemplo, una infección reciente por coronavirus permite jugar el torneo, pero esta condición no garantiza el acceso al país.
El viernes, la ministra australiana de Interior, Karen Andrews, negó que Djokovic estuviera retenido y reveló que otras dos personas de la delegación del torneo estaban siendo investigadas, sin precisar si eran jugadores o técnicos.
"Djokovic no está cautivo en Australia. Es libre de marcharse en cualquier momento que elija y la fuerza fronteriza se lo facilitará", dijo.
Pero el caso ha puesto en aprietos al gobierno del primer ministro Scott Morrison, cuestionado sobre la gestión de este incidente a pocos meses de las elecciones federales de mayo.
Muchos australianos ven esta polémica como una distracción mientras el balance de contagios supera los 70.000 diarios, después de casi dos años sin apenas infecciones.
"Esto ocurre mientras nos enfrentamos a una gran crisis por ómicron y esto le va bien al gobierno", declaró el viernes a AFP Chris Moy, vicepresidente de la Asociación Médica Australiana.