Muchas mujeres casadas se quejan de sus esposos, quienes no suelen ayudar en los quehaceres del hogar y solo se sientan a relajarse para que ellas cuiden de los hijos y limpien todo. Esto es lo que pensaba Deirdre de su pareja, un soldado norteamericano, hasta que se dio cuenta de un importante detalle.
Deirdre Sanford siempre se quejaba de que su esposo nunca ayudaba en la casa y cuando llegaba del trabajo solo le decía que quería descansar porque se sentía estresado. La mujer se hartó de su pésima actitud y quiso darle una lección pero ella se llevaría una sorpresa.
La mujer estaba limpiando el cuarto cuando vio los zapatos de su esposo en el suelo y tenían huecos en la suela, la esposa comprendió la dolorosa realidad y decidió escribir una carta para que todos entiendan lo que estaba pasando.
"Señoras, veo que muchas se quejan porque su esposo no ayuda a limpiar la casa, lo persiguen para que lo haga e incluso deciden irse para no estar cuando él llegue. Entra a la casa quejándose de lo cansado que fue su día y se tiende sobre el sofá para encender la televisión y jugar videojuegos hasta que sea la hora de dormir".
"Yo fui una de esas mujeres hasta que un día, mientras ordenaba el desastre que había dejado en la casa, recogí sus botas de trabajo. Las había comprado hace menos de seis meses junto con otro par, por lo que usa esas botas solo la mitad de los días de la semana. Son caras y de buena calidad, sin embargo, tenían agujeros y estaban completamente gastadas. Casi lloré. No porque las hubiera arruinado, sino porque me costó tanto tiempo darme cuenta que lo que él decía era cierto. Tenía razón. Yo le insistía y gritaba constantemente que ordenara la casa: ‘tú no entiendes lo que yo tengo que hacer todos los días, lo duro que trabajo, solo quiero llegar a casa para estar con mis hijos’, me contestaba él"
"El punto que quiero señalar es que debemos apreciar más a nuestros esposos. Sé que a veces son desordenados y que, en ocasiones, es inaceptable. Pero hacen tanto por nosotras, mantienen a nuestra familia, nos protegen y ellos sí aprecian lo que nosotros hacemos. Puede que no lo demuestren constantemente, pero aprecian que cuidemos de nuestros hijos, aprecian la casa limpia, las sábanas dobladas, la comida que les cocinamos, aprecian que dejemos su vestimenta de trabajo lista el día anterior para que ellos puedan levantarse 10 minutos más tarde de la cama a empezar el día. Ustedes son su roca y ellos son la suya. Así que la próxima vez que quieran gritarle a sus esposos porque dejaron su chaqueta en el pasillo, no olviden detenerse y mirar la suela de las botas que usan para ir al trabajo".
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Con esta poderosa reflexión la mujer busca que las demás esposas se pongan en los ‘zapatos’ de sus esposo que llegan cansados del trabajo.