Las hay de todos los colores, formas y tamaños. Este elemento infaltable en nuestro rostro al que hemos tenido que adaptarnos en estos casi 2 años de pandemia nos ha ayudado, y lo sigue haciendo, a protegernos de la COVID-19. El uso correcto de la mascarilla sumado a otras medidas de bioseguridad también salva vidas y evita la propagación del virus.
En esta tercera ola de COVID-19, ¿qué tipo de mascarilla es la más recomendable y cuándo debemos desecharla? Manuel Chávez, químico del Instituto Nacional de Salud (INS), señaló a la agencia Andina algunas recomendaciones para obtener una mejor protección contra la COVID-19.
El especialista precisó que las mascarillas deben cumplir con tres características importantes como son un buen nivel de filtración, respirabilidad y un adecuado ajuste al rostro a fin de evitar el ingreso de los aerosoles cargados con el virus de la COVID-19.
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Además, dijo que los protectores faciales quirúrgicos simples, los KN95 y N95 tienen un nivel de filtración superior al 95 %, lo cual los hace efectivos. Sin embargo, para que cumpla con su objetivo, tiene que encontrarse bien sujeto al contorno de la cara.
Chávez también mencionó que es necesario diferenciar entre el nivel de filtración de una mascarilla con la protección respiratoria que ofrecen estos productos de bioseguridad.
“El nivel de filtración es la propiedad por la cual el filtro no deja pasar las partículas, pero eso no es igual al nivel de protección respiratoria. Esto último se refiere al ajuste necesario que tenga la mascarilla y cubra correctamente el área de respiración", acotó.
Es importante, mencionó, que toda mascarilla debe dejarnos respirar y no sofocarnos porque de suceder esto lo único que provocará es incomodidad, rechazo y la manipulación innecesaria del protector.
Uno de los errores más comunes que se observa en la población es utilizar una mascarilla de tela demasiado gruesa encima de una quirúrgica lo que conduce a llevarla de manera holgada y no ceñida al rostro al causar demasiada incomodidad en la persona, puntualizó.
La forma correcta de usar el protector respiratorio es adherirlo convenientemente al contorno de las vías respiratorias, es decir boca y nariz, y mantener un adecuado ajuste de ser posible a nivel de nuca y cabeza porque, en caso contrario, se estaría reduciendo significativamente el nivel de protección.
El especialista sostuvo que las mascarillas KN95 y N95 son las que tienen una mejor forma anatómica y buena filtración a diferencia de las quirúrgicas que tienen un diseño muy básico ya que fueron creadas solo para impedir la emisión de partículas expelidas por el individuo.
Asimismo, el empleo de sujetadores detrás de la cabeza que ayuden a estabilizar y ceñir la mascarilla al rostro incrementará el nivel de protección respiratoria, aseveró.
“Hemos demostrado que al adicionarle una liga o sujetador a las mascarillas KN95 o las quirúrgicas que llegue a cubrir cabeza y nuca permite elevar la protección respiratoria a un 95 % o 97 %”, apuntó.
De acuerdo con los estudios realizados, dijo que no es lo más recomendable porque la respirabilidad se va a ver disminuida por lo que el usuario tendrá una mayor dificultad para respirar ya que existe una mayor resistencia para el paso del aire a través de estos dos protectores.
Es preciso resaltar que la función de las mascarillas es impedir que los aerosoles o microgotas respiratorias del SARS-CoV-2 que se transmiten al hablar, toser o estornudar puedan ingresar a nuestro organismo por lo que es vital usarla correctamente.
“El tiempo de vida de las mascarillas es relativo. El promedio puede ser de 3 días, pero todo depende de cuántas horas la uso al día porque si son solo por 2 o 3 horas entonces puede durar quizás una semana, pero si la utilizo por más de 8 horas, en 2 días ya la debería de cambiar”.
El experto indicó que uno mismo tiene que evaluar en qué condiciones se encuentra el protector respiratorio y de encontrarse maltratada, sucia o con mal olor es momento de desecharla y cambiarla por otra mascarilla.
De igual forma, subrayó que las mascarillas o protectores respiratorios constituyen una herramienta más que reducen el riesgo de contagios de la COVID-19 al que se debe sumar el lavado frecuente de manos, el distanciamiento social y evitar los ambientes cerrados sobre todo en esta tercera ola.