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07 Feb 2021 | 10:05 h

Médico indica que la pandemia durará hasta el 2024 pese a la llegada de la vacuna

Este médico y sociólogo, Nicholas Christakis, está convencido de que el coronavirus va a dejar cicatrices profundas en la sociedad, como lo hicieron anteriores pandemias a lo largo de la historia

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    "Las plagas no son algo nuevo para la humanidad, solo son nuevas para nosotros", argumenta el doctor Nicholas Christakis en una entrevista con El Confidencial. Este médico y sociólogo, director del Human Lab de la Universidad de Yale, no cree que las vacunas sean el principio del fin de la pandemia, sino el final del principio. 

    Está convencido de que el coronavirus va a dejar cicatrices profundas en la sociedad, como lo hicieron anteriores pandemias a lo largo de la historia. Uno de los más previsibles es lo que pasará una vez que termine.

    Una pista: "Y luego, cuando la pestilencia disminuyó, todos los que sobrevivieron se entregaron a los placeres: monjes, sacerdotes, monjas y laicos, hombres y mujeres, todos se divirtieron, y ninguno se preocupó por gastar y jugar. Y todo el mundo se creía rico porque había escapado y recuperado el mundo". Estas son las palabras de Agnolo di Tura, un cronista de la peste negra en 1348, que recoge Christakis en su último libro: ‘Apollo’s Arrow: The Profound and Enduring Impact of Coronavirus on the Way We Live’ ('La flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en nuestro modo de vida'). 

    Después del horror, la muerte y el hedonismo. Este científico experto en epidemias está convencido de que, si bien durante las pandemias suelen incrementar la religiosidad y la aversión al riesgo, cuando se superan, "es muy probable que se dé un aumento del consumo como revancha, aumentarán las ganas de socializar y de probar cosas nuevas".

    La primera etapa de los años veinte del siglo XXI no va a ser feliz precisamente, pero la segunda parte promete: "Podemos esperar esta década un resurgimiento de innovaciones sociales, tecnológicas y artísticas después de la actual pandemia de coronavirus", anticipa Christakis, cuyo laboratorio analiza el comportamiento humano desde la epidemiología, la biología y la sociología, entre otros campos. Christakis es optimista en el medio plazo, pero muy cauto en el corto, porque una vez superada la crisis sanitaria se avecina una crisis económica muy complicada que llevará al paro en todo el mundo a cientos de millones de personas. Aun así, prefiere observalo por el lado positivo: "Deberíamos sentirnos afortunados de que esta pandemia que nos ha tocado vivir solo mate a un 1% de los contagiados. Es una suerte que no sea 10 o 30 veces más contagiosa. Con la peste bubónica, moría la mitad de la gente".

    ¿Cuándo volveremos a la normalidad? 

    Hasta 2022, no podremos dejar de usar mascarillas y la distancia social. Según el experto, nos hará falta otro año más por lo menos. 

    Aunque en 10 meses algunos países logren la inmunidad gracias a las vacunas, no quiere decir que el año que viene hayamos dejado atrás las secuelas de la pandemia. Habrá que dar tiempo para que nos recuperemos del 'shock' psicológico y económico que supone el virus. Llevará al menos un par de años más recuperarnos de las cicatrices de la pandemia. 

    ¿La COVID-19 no desaparecerá nunca? 

    "Hay muchas probabilidades de que la COVID-19 permanezca entre nosotros, como ha pasado con otros virus aun después de la vacuna, como el sarampión, por ejemplo. Irá reduciendo su letalidad, pero de vez en cuando habrá gente que enferme y muera. También pasa con la gripe. Puede que alcancemos la inmunidad colectiva en 2022, pero eso no quiere decir que el virus desaparezca para siempre", argumentó el médico.

    Impactos del aislamiento social

    Una pandemia es como un incendio. Cuando se acaba, no vuelves a ver el edificio como era antes. Toca reconstruirlo. Una pandemia deja cicatrices, pero con el tiempo, olvidamos qué las causó. Durante la peste bubónica, en toda Europa la gente se replanteó lo que creía. Contribuyó al declive de la aristocracia y el clero, también aceleró el desarrollo de la ciencia y la medicina empírica.

    "Algo así podría pasar ahora. Hay impactos que está teniendo la COVID-19 que ya hemos visto antes en otras pandemias a lo largo de la historia. Por ejemplo, la gente se vuelve más miedosa, más introspectiva y tiene más aversión al riesgo. Eso ya está pasando. La religiosidad está aumentando en EEUU. No hay ateos en las trincheras", asegura el también sociólogo.

    Este efecto no suele ser duradero y desaparece cuando se controla la epidemia. También suele suceder, como pasó en los felices años veinte del siglo pasado, que tras la pandemia la gente vuelve a buscar el contacto social y el desenfreno. Así que, cuando vuelva la normalidad, seguramente aumente también el gusto por el riesgo, la fiesta y las ganas de gastar.

    ¿El desenfreno será en 2024?

    Hay otros cambios que no está claro cuánto durarán. La gente aprende a cocinar en parte como 'hobby', en parte para no tener que salir de casa, también el bricolaje casero es una manera de ser más independiente para no necesitar llamar a gente que vaya a tu casa, porque cualquier interacción con la COVID-19 se percibe como arriesgada.

    Entre los efectos más preocupantes, están los económicos. Millones de personas están perdiendo su empleo y la recesión va a durar bastante tiempo, especialmente entre los jóvenes. También está cambiando para siempre la manera en que vivimos el teletrabajo y la mayor digitalización, por ejemplo. O el replanteamiento de los viajes de trabajo. ¿Para qué estar una hora en un atasco para una reunión que puedes hacer por Zoom? Este tipo de cosas cambiarán.

    Además se está viendo ya otro tipo de impacto en la forma de vida de muchas mujeres, porque a menudo son las que cargan con el coste social de los cuidados. Muchas están dejando de trabajar para cuidar a sus hijos en caso de cuarentenas y confinamientos.

    Esto podría suponer un retroceso de muchas décadas de avances en la igualdad. Tendremos una recesión seria, que también afectará especialmente a los jóvenes y a los más vulnerables de la sociedad.