Cuando se trata del cuidado de los dientes, solemos buscar consejos que nos ayuden a mantener una vida saludable. No obstante, existen ciertos hábitos que realizamos de forma inconsciente y que si no nos damos cuenta a tiempo, podría perjudicar nuestra salud por completo. Uno de estos es el bruxismo.
Es uno de los problemas más comunes que consiste en apretar las piezas dentales, moviéndolos hacia los lados, haciendo que los dientes rechinen entre sí. En la mayoría de los casos, la persona no se da cuenta de esta acción.
Aunque su principal causa puede darse por estrés, también puede originarse por otras situaciones, como trastornos de sueño o por un mal alineamiento de los dientes, tanto inferiores como superiores.
El bruxismo además de ser desagradable y molesto, tiene como consecuencia el desgaste continuo del esmalte dental, un efecto negativo que hace que la dentina quede mucho más expuesta a las bacterias y tome un color amarillento. Asimismo, las piezas dentales comienzan a perder fijación y se vuelven más frágiles.
Para llevar a cabo el tratamiento, el dentista debe evaluar el daño del esmalte dental, y si el bruxismo se da por las noches, se suele recomendar el uso de prótesis o férula, esto con la finalidad de impedir el rechinado de dientes.
Aunque este aparato está diseñado para evitar la progresión del daño, no previene dichos movimientos. Por ello y para llevar una vida saludable, es necesario que el paciente acuda a un especialista que le ayude a afrontar su ansiedad. Además, debe practicar técnicas de relajación para combatir los trastornos del sueño de forma efectiva.
El bruxismo o bruxomanía que afecta tanto a niños como adultos, y a ambos sexos por igual; aunque la edad más frecuente de inicio está entre los 17 y los 20 años, y la remisión espontánea se suele producir después de los 40 años de edad en los casos de rechinado crónico de dientes, aunque puede desaparecer por sí solo en cualquier momento de la vida.