Las cámaras del Jockey Plaza captaron al empleado sacando celulares en cajas y entregándolos a cómplices para venderlos a precios irrisorios.
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Durante cerca de cinco años, Edwind Benavides Panez logró ganarse la absoluta confianza de sus superiores mientras trabajaba en el almacén de distribución de celulares de gama alta dentro del Jockey Plaza. Según el informe policial, debido a su trayectoria intachable, no recibía ningún tipo de supervisión.
Las cámaras de seguridad del centro comercial registraron el método que empleaba Edwind Benavides Panez: alteraba el sistema de inventarios y escaneaba códigos de barras falsificados, generados desde su propia laptop, para encubrir la desaparición paulatina de costosos equipos móviles que sustrajo durante meses sin levantar sospechas.
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Dentro del almacén de una tienda en el Jockey Plaza, Benavides tenía a su cargo el stock de una de las marcas de smartphones más prestigiosas: iPhone. Tras años de servicio que lo hicieron merecedor de la confianza de sus empleadores, asumió el control total del almacén, espacio en el que, según el reporte policial difundido por Cuarto Poder, logró vulnerar los controles establecidos.
Con movimientos cuidadosamente calculados para evitar alertas, el encargado comenzó a introducir varios teléfonos móviles en una caja de cartón. Luego, interrumpía el proceso para transferir los dispositivos a otra caja diferente. Tras sellar el paquete, abandonaba el lugar con total tranquilidad. Según el informe policial, el robo se había consumado.
“Realizaba el retiro de los equipos utilizando dos cajas: una destinada a la empresa y otra que era para su beneficio personal. Posteriormente, se dirigía al baño y, en coordinación con otro cómplice, entregaba el paquete para sacarlo discretamente del centro comercial que estamos investigando”, declaró el coronel PNP Juan Carlos Montufar.
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Con el paso de los meses, la compañía comenzó a notar irregularidades en el inventario que evidenciaban la pérdida de equipos. Ante esta situación, Edwind Benavides habría iniciado una estrategia para ocultar el faltante manipulando los registros y utilizando códigos de barra fraudulentos que él mismo generaba, según las pesquisas.
“Simplemente abría la laptop y, como ya tenía los códigos falsos creados, utilizaba el lector para escanearlos como si las cajas contuvieran los teléfonos, engañando así al sistema sobre la existencia física de los equipos”, precisó Montufar.
Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad el 8 de enero de 2025 muestran a Benavides desarrollando sus labores con aparente normalidad. No obstante, se observa cómo dirige el lector de códigos hacia la pantalla de su computadora para simular la presencia de los teléfonos que ya había sustraído.
Asimismo, las investigaciones determinaron que Edwind Benavides contaba con la complicidad de su primo José Luis Cotrino Panez, con quien, tras concretar los robos, entregaba los dispositivos a Nory Inga y David Huamán. Ellos se encargaban de comercializarlos a través de redes sociales y en la galería Ibox, en el Cercado de Lima, a precios que oscilaban entre S/2.000 y S/4.500, cuando el valor real de los equipos superaba los S/7.000.
Tras varios meses de trabajo de inteligencia, la Policía Nacional logró capturar a los involucrados, quienes tenían conocimiento previo de las órdenes de arresto. Durante su declaración, Benavides admitió que aprovechaba los envíos corporativos masivos para sustraer hasta 10 teléfonos por turno.
La empresa denunciante calculó que las pérdidas totales superan los S/1 millón 750 mil. Por ello, el Ministerio Público ha solicitado prisión preventiva para los acusados por el delito de robo agravado y receptación.