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17 Nov 2020 | 18:53 h

Sagasti: Este es el poema de César Vallejo que emocionó al presidente del Perú

El presidente Francisco Sagasti finalizó su primer discurso leyendo las últimas líneas del poema “Considerando en frío, imparcialmente”, de César Vallejo.

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    La tarde del último martes, Francisco Sagasti juró como presidente del Perú y dio su primer mensaje a la Nación como Jefe de Estado.

    Al finalizar su primer discurso lo hizo con la voz quebrada, debido a la emoción que sintió al leer el poema de César Vallejo, “Considerando en frío, imparcialmente”.

    “Creo que este poema ilustra bien la tarea de superar rencillas y disipar rencores”, dijo Francisco Sagasti, quien recalcó que era ‘su poema favorito del destacado poeta peruano’.

    Cuando terminó de leer emocionado su mensaje lo hizo con un “¡Viva el Perú!”.

    Durante su discurso, el nuevo presidente de la República pidió perdón a los familiares de Jack Brian Pintado Sánchez e Inti Sotelo Camargo, los dos jóvenes que murieron en la segunda marcha nacional contra Manuel Merino.

    ¿Cuál es el poema de César Vallejo que leyó Francisco Sagasti?

    Considerando en frío, imparcialmente…

    Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo único que hace es componerse de días; que es lóbrego mamífero y se peina…

    Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su fórmula famélica de masa…

    Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona…

    Considerando también que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…

    Examinando, en fin, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…

    Comprendiendo que él sabe que le quiero, que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…

    Considerando sus documentos generales y mirando con lentes aquel certificado que prueba que nació muy pequeñito…le hago una seña, viene, y le doy un abrazo, emocionado. ¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…