Tras dos meses de total aislamiento, Wuhan (China), la ciudad dónde dio inicio el brote del nuevo coronavirus (COVID-19) comenzó a abrir sus puertas de nuevo al mundo, pero con gran miedo a que la enfermedad vuelva de manos de habitantes que regresan o extranjeros.
Tras haber estado alejados de su ciudad desde hace al menos diez semanas, una marea de habitantes se ha precipitado para volver a Wuhan. Algunos en tren, equipados con mascarillas, guantes de látex y trajes de protección.
Para la ciudad, el peligro de que la enfermedad vuelva es real, y las autoridades no quieren tomar tomar ningún riesgo y han optado por las siguientes medidas.
Toda persona que ingresa a sus tierras, deben brindar sus datos personales y detallar los lugares en que estuvo anteriormente. Además, portar en su celular un código QR que hace las veces de salvoconducto y que atestigua que están “sanos”.
En caso de no presentar el salvoconducto, el viajero debe someterse a un test de diagnóstico que se realiza tomando una muestra de la garganta, declaró a la AFP un responsable del barrio de Jiangan, en Wuhan.
Los empleados de varios hoteles que en general acogen a visitantes extranjeros explicaron a la AFP que, a causa de la pandemia, ya no aceptaban a extranjeros en esos establecimientos.
Un hotel requiere que los extranjeros presenten una prueba de que estuvieron en cuarentena durante dos semanas, y eso, aunque no hayan salido de China desde que comenzó la epidemia, en enero.
“Ahora, los controles son más exhaustivos”, comentó un recepcionista a la AFP.
Con todo, la reapertura solo es parcial. Los habitantes todavía tendrán que esperar hasta el 8 de abril para poder salir de Wuhan, cuando los aeropuertos de la ciudad volverán a estar operativos, así informó RadioUChile.