En una ciudad donde existen decenas de emblemas arquitectónicos es muy difícil que sobresalga uno por encima del otro, sin embargo el Puente de Brooklyn brilla con auténtica luz propia. Se trata de una de las grandes obras monumentales de Nueva York y de todo Estados Unidos.
Lo que pocos saben es que, 135 años después de su inauguración, una mujer fue la gran responsable de que esta gigantesca postal norteamericana se haya levantado y se mantenga en pie. No solo se tuvo que esperar 15 años para el inicio de su construcción, sino que también tuvieron que pasar otros 14 años para verlo por fin en su completa extensión.
Cuando todavía las mujeres no se graduaban como ingenieras en Estados Unidos (de hecho tuvieron que pasar 20 años para que esto se haga realidad), fue Emily Warren Roebling quien se encargó de estar día y noche parada ante los obreros para darles las indicaciones para la construcción de un puente monumental.
Emily formó parte de una familia acomodada de Brooklyn, amaba profundamente su ciudad y fue una adelantada a su época. A ella no le interesó ser la esposa de alguien importante, sino que ella misma escribió su historia como la mujer impulsadora de la construcción de esta joya arquitectónica, la misma que no solo ha estado presente en notables películas, fotografías y canciones, sino que también es el lugar elegido para todos los visitantes que llegan hasta este lugar.
John Augustus Roebling, destacado ingeniero civil, era el suegro de Emily y encargado de la obra, pero un accidente lo llevó a la muerte. Todo quedó en manos de su esposo Washington Roebling, pero este cayó en una invalidez y todo se complicó. Por fortuna, el carácter rebelde de Emily la llevó a dirigir ella misma las obras con las indicaciones que le daba su esposo.
Luego de casi 30 años desde se concepción, el Puente de Brooklyn fue levantado no solo como un emblema de Nueva York, sino también como emblema del carácter fuerte de Emily Warren Roebling.