Hay comentarios que escuchamos o hacemos todos los días, que parecen inofensivos pero no lo son. También situaciones cotidianas, en las que incluso podemos ser protagonistas. Se trata de los micromachismos, un conjunto de expresiones y prácticas que, aunque no lo parece, están cargadas de estereotipos y prejuicios, y esconden ideas que refuerzan la inequidad.
NO TE PIERDAS: Indira Huilca sobre reforma: “Este es un triunfo de miles de mujeres y para las víctimas de la violencia machista”
Se les dice “micro” machismos porque pasan inadvertidas y no son tan agresivas como otras prácticas machistas, pero en suma reafirman una sociedad desigual en la que las mujeres se ubican en una posición inferior al hombre en distintos ámbitos sociales, económicos, jurídicos y familiares.
Por ejemplo, cuando una madre le dice a su hija "sírvele la comida a tu hermano", la está colocando en una posición de sumisión frente a él solamente porque es hombre. O cuando alguien dice “así no se comporta una señorita”, se está planteando que existe una sola manera correcta de "comportarse" en función del género. O también cuando una discoteca anuncia que “las chicas entran gratis hasta las 11 p.m.”, se las está colocando en una posición de “objeto” para atraer hombres, es decir, más clientes al local.
Por dar otro ejemplo, cuando un hombre dice, “yo ayudo a mi esposa en casa”, está entendiendo que no tiene una responsabilidad que le corresponde asumir pues las tareas del hogar serían solo obligación de la mujer.
El micromachismo puede ser practicado de forma inadvertida tanto por hombres como por mujeres e incluso puede presentarse en forma de gestos amables o chistes aparentemente inocentes que en realidad no son. Vale la pena reflexionar sobre lo que decimos, escuchamos y hacemos en nuestro entorno para contribuir con una sociedad más equitativa.