Lavar bien las frutas o verduras es vital para evitar enfermedades y muchos usan en casa la lejía para desinfectarlas correctamente, pero ¿Qué tan peligrosos puede ser?
Únete al canal de Whatsapp de WapaDesde la pandemia de la COVID-19, en los hogares peruanos se hizo más frecuente la desinfección de frutas y verduras con lejía, una práctica que hasta el momento se lleva a cabo, pero existen riesgos que se deben tomar en cuenta.
Cuando adquirimos frutas y verduras, a menudo nos preocupa si están adecuadamente limpias. ¿Deberíamos utilizar lejía para lavarlas? En ciertos casos, es aconsejable, pero es importante conocer la manera adecuada de hacerlo.
No tengamos absolutamente ninguna duda: las frutas y verduras frescas tienen que lavarse siempre. La única excepción son las bolsas de lechugas envasadas, que sí pueden consumirse sin lavar porque vienen ya lavadas de fábrica.
El resto: todo, debe frotarse bajo el agua. Y cuando se dice frotar es que es frotar. No sirve con ponerlo a remojo y ya. Es que, por ejemplo, en la lechuga, hay que frotar hoja a hoja. Frotando bajo el agua es, en principio, suficiente para consumir este tipo de alimentos que no llevarán un cocinado posterior.
La propia OMS aconseja el uso de la lejía para asegurarnos de desinfectar cualquier tipo de verdura y fruta antes de su ingesta, lo que ayudaría a fortalecer la limpieza total de estos productos.
El proceso comienza con una correcta higiene de las manos, que deben lavarse con agua y jabón durante al menos 20 segundos. Luego, si los productos son verduras o frutas, deben ser limpiados bajo el grifo para eliminar cualquier suciedad visible.
En el siguiente paso, se prepara una solución utilizando agua y lejía. La proporción adecuada es una cucharadita de lejía por cada litro de agua. Seguidamente, en el cuarto paso, se sumergen las frutas o verduras en esta solución durante un período de 3 a 5 minutos.
Una vez transcurrido ese tiempo, el último paso, el quinto, consiste en enjuagar exhaustivamente las frutas y verduras con una gran cantidad de agua. Esto asegura que cualquier residuo de lejía se elimine por completo antes de su consumo.
Es importante subrayar que la lejía no debe ser mezclada con otros productos químicos, como amoníaco, ácidos o alcohol, ni con otros productos de limpieza doméstica, ya que esto puede producir gases tóxicos. Incluso aunque el vinagre sea un producto natural, no se debe combinar con lejía.
También se recomienda evitar el contacto de la lejía con superficies de aluminio, muebles y moquetas. En caso de duda, se puede realizar una prueba en una zona poco visible de la superficie a tratar. Para textiles, es importante leer la etiqueta de cada prenda o tejido para saber si se puede utilizar lejía en ellos.
Es aconsejable no rellenar botellas o recipientes con lejía, ya que esto podría llevar a un uso incorrecto o, peor aún, a una ingestión accidental.
La cantidad de producto utilizada debe ser la adecuada. Añadir más lejía de la necesaria no garantiza una mayor eficacia de limpieza, y utilizar muy poca cantidad significa no aprovechar todo el poder desinfectante de la lejía. La Organización Mundial de la Salud recomienda una concentración del 0,5%, lo que equivale a una cucharadita de café en un litro de agua.
Finalmente, para garantizar la seguridad, es importante usar guantes para prevenir irritaciones y ventilar bien la casa durante la limpieza.