La ruda macho, colocada en la entrada del hogar, funciona como amuleto peruano contra la envidia y las malas energías. Tradición, poder simbólico y precauciones prácticas en un solo gesto.
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En muchas casas peruanas, una ramita de ruda macho colocada detrás de la puerta no es decoración: es un escudo invisible contra la envidia, el mal de ojo y las malas energías. Esta creencia ancestral, heredada de las culturas andinas y mestizas, se ha mantenido viva gracias a sus múltiples vertientes espirituales y medicinales.
Según costumbres populares, la ruda actúa como un “absorbedor” de malas vibraciones y envidia, especialmente eficaz en la puerta principal, por donde entran las energías externas. Los defensores del Feng Shui coinciden en que esta práctica equilibra y purifica la atmósfera del hogar, estancando lo nocivo antes de que penetre en el espacio íntimo .
En la tradición se distingue la ruda “macho” y “hembra”. La macho, de hojas más grandes, se considera más poderosa para proteger la entrada y repeler energías negativas. La hembra, en cambio, suaviza vibraciones y armoniza el ambiente interno.
La práctica continúa en el Perú: se usa ruda macho en el hogar o mezclada en agua para negocios, creencias que, aunque esotéricas, siguen vigentes. Estas costumbres no solo responden a un deseo de protección; también configuran una identidad cultural que mezcla lo espiritual con lo tangible.
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No todo es inofensivo: la ruda contiene compuestos que pueden causar fotosensibilidad o irritaciones cutáneas al contacto, según indican estudios botánicos para Ruta graveolens. Se recomienda manipularla con guantes y evitar el contacto directo con la piel en ambientes soleados.
Colocar ruda detrás de la puerta no es una simple superstición, sino un gesto cargado de memoria cultural, tradiciones andinas y sabiduría popular. Más allá de lo esotérico, su uso está ligado a una búsqueda íntima de equilibrio, protección y conexión espiritual en el hogar.