Estamos a pocos días de iniciar oficialmente la temporada de invierno y, con ella, llegan las bajas temperaturas y el aumento de la sensibilidad de las vías respiratorias y de los típicos síntomas de la rinitis alérgica como: congestión nasal, estornudos y picazón en la nariz u oídos.
Según las cifras del Ministerio de Salud (MINSA), la rinitis alérgica es un diagnóstico asociado con un conjunto de síntomas que vulneran la nariz y afecta al 25% de los limeños.
Además elementos como la contaminación, humedad, polvo y las bajas temperaturas, aumentan su incidencia. A esto, se le debe sumar la mala ventilación de los espacios, los ácaros del polvo y la humedad de los hogares.
Para esto, el médico otorrinolaringólogo, Carlos Francia, indicó que “los síntomas de la rinitis pueden afectar la calidad de vida de quien la padece, por lo que es necesario recurrir a un tratamiento que ayude a controlarlos”.
Con la finalidad de preservar y evitar algún tipo de alergia o enfermedad respiratoria, el especialista brinda algunas recomendaciones básicas:
Se sugiere airear los espacios cuando las personas que padecen este tipo de alergias no estén presentes. Hacer esto con frecuencia disminuirá la humedad y evitará que los ácaros u otros alérgenos se proliferen, pues estos animales microscópicos se multiplican en ambientes con temperaturas superiores a los 20°C y con más de 70% de humedad.
Muchas veces las personas evitan ir al médico por cuestión de tiempo y disponibilidad, o evitan también consumir algún tipo de medicamento para tratar las alergias por miedo a que causen efectos adversos. Sin embargo, el médico tratante está en disposición de asesorar en el uso de medicamentos que no produzcan sueño o generen algún otro tipo de eventos adversos, y además que controlen los síntomas de las alergias de la mejor manera posible.
Cuando se realice la limpieza del hogar, oficina u otro espacio, es preferible aspirar a barrer, para evitar levantar el polvo. En caso haya demasiada suciedad, se sugiere utilizar aspiradoras con filtro de agua o trapeadores húmedos, ya que su sistema atrapa mejor los ácaros.
Es recomendable que las sábanas, fundas de almohada, colchas y edredones, se cambien una vez a la semana. Además, se aconseja lavar los linos con agua caliente y asegurar que estén totalmente secos y aireados antes de guardarlos.
Por otra parte, se recomienda el uso de telas, fundas y protectores anti-ácaros en la lencería de cama para disminuir al máximo su proliferación.