“Eres lo que comes” dice la popular frase recordándonos la vida activa y saludable a la que aspiramos llegar. El estado de ánimo y la energía con la que iniciamos nuestra jornada no es solo una cuestión de edad, sino que depende en gran medida de la calidad y la cantidad de comida que ingerimos a lo largo del día. La energía nunca desaparece, solo debemos saber activarla.
No solo basta con evitar la comida chatarra, sino que es necesario realizar las combinaciones adecuadas de carbohidratos, proteínas, fibra y vitaminas que le aseguren a nuestro cuerpo levantarnos todos los días con la suficiente energía.
Cuando cuidamos nuestra dieta y proveemos a nuestro cuerpo alimentos como frutos secos, cereales, frutas y verduras, y evitamos productos procesados, facilitamos el proceso de digestión. Por consiguiente, lo que nuestro cuerpo no necesite será expulsado sin mucho trabajo.
Para la nutricionista Claudia Agüero, “las dietas saludables contienen todos los nutrientes necesarios para mantener el equilibrio de cada una de nuestras células, independientemente de la edad, género o condición de salud de la persona”.
Durante la jornada laboral o de estudios, nuestro cuerpo va desgastando la energía que “recargamos” por las mañanas. Llevar una rutina alimenticia saludable desde el desayuno hasta la última comida del día —evitando excedernos en grasas saturadas y azúcares— amortigua este cansancio. Y los resultados son visibles: amanecemos con mejor ánimo y más energía.
Con el estilo de vida que nos demanda el mundo moderno, debemos ser cuidadosos con nuestra alimentación, evitar el estrés y practicar ejercicio físico regularmente.
Una dieta balanceada es parte de una vida saludable y nos dará las reservas de energía que necesitamos para estar activas los siete días de la semana.