Este importante hallazgo podría ayudar a la investigación del cáncer en humanos, con la intención de desarrollar una posible cura.
Únete al canal de Whatsapp de WapaLos lobos mutantes que deambulan por la zona de exclusión de Chernóbil (CEZ), donde ahora habitan diversas especies animales, han desarrollado genomas que los hacen resistentes al cáncer.
Este descubrimiento proviene de una investigación realizada por el laboratorio de Shane Campbell-Staton en la Universidad de Princeton (EE.UU.), y podría ofrecer nuevas oportunidades para abordar esta enfermedad en humanos.
Resulta interesante observar que los perros domésticos (Canis lupus familiaris) enfrentan y combaten el cáncer de manera más similar a los humanos que los ratones de laboratorio, que suelen ser la opción más común en la investigación de tratamientos.
Este hecho ha llevado a los científicos a considerar que comprender cómo el primo hermano del perro, el lobo gris (Canis lupus), se enfrenta al cáncer podría proporcionar valiosas perspectivas sobre cómo combatir eficazmente esta enfermedad en las personas.
Han pasado 38 años desde que un reactor nuclear en la central de Chernóbil explotó, liberando radiación cancerígena y desechos irradiados al medio ambiente. Este incidente representó el mayor accidente nuclear registrado en la historia mundial. Aunque muchos operarios y trabajadores murieron en esos días, varios estudios sugieren que el número de fallecimientos causados por la irradiación en los días, meses y años posteriores podría ascender a miles.
Según investigaciones recientes, los animales que habitan en la zona afectada por el accidente nuclear han desarrollado sistemas inmunológicos alterados que los ayudan a sobrevivir. Estos animales no solo resisten en esta área afectada por el desastre nuclear más grande hasta la fecha, sino que también han desarrollado mutaciones protectoras que aumentan sus posibilidades de sobrevivir al cáncer.
A pesar de que ninguna persona habita en la zona cero, la vida silvestre continúa prosperando. Especies biológicas como los hongos han resurgido, y animales como los caballos y los lobos han vuelto a colonizar parte de esta área de 30 kilómetros alrededor de la antigua central nuclear.