Criaturas híbridas creadas con inteligencia artificial, nombres en falso italiano y estética delirante: así es la tendencia “brainrot” que arrasa en TikTok y X.
Únete al canal de Whatsapp de Wapa
Una nueva fiebre digital ha tomado por asalto TikTok, Instagram y X: criaturas imposibles, nombres ridículamente italianizados y escenarios que no tienen ningún sentido… pero por eso funcionan. Si en las últimas semanas viste pasar a un cocodrilo-bombardero llamado Bombardino, o a un mono en una banana llamado Chimpanzini Bananini, no estás perdiendo la cabeza: estás siendo parte del fenómeno más brainrot del momento.
La tendencia consiste en generar personajes híbridos con inteligencia artificial: mezclas bizarras de animales, electrodomésticos, objetos cotidianos y alimentos, que desfilan en imágenes o animaciones acompañadas por audios narrados con acento italiano. No hay historia coherente. No hay lógica. Solo caos, color y creatividad viral.
Cada uno tiene su historia, su canción original, y hasta poderes. Pero nada de eso tiene sentido… y ahí está la magia.
TAMBIÉN PUEDES VER: Mujer fue hallada sin vida y sus perros salchicha sobrevivieron alimentándose de su cuerpo
El término brainrot se usa en redes para describir ese momento en el que uno consume contenido tan absurdo, repetitivo y alejado de toda lógica, que parece “derretir” el cerebro. Y estos personajes cumplen perfectamente ese rol: son raros, visualmente intensos y tan absurdos que se vuelven adictivos.
No es solo para niños. Jóvenes, creadores de contenido y hasta marcas están subidos al tren, creando sus propios personajes con herramientas de IA y sumándose al universo de criaturas sin sentido. Algunos los enfrentan en “batallas”, otros arman series animadas, y hay quienes ya están vendiendo productos con sus rostros.
Lo que empezó como una cadena de imágenes sueltas se ha convertido en un nuevo lenguaje visual. Influencers han adoptado estos personajes en sus streams, y algunas marcas ya experimentan con campañas que parodian el estilo, buscando captar la atención de una generación que vive a mil estímulos por segundo.
Detrás del chiste, esta tendencia marca un punto de quiebre: ya no hace falta que algo tenga sentido para ser viral. Solo necesita ser raro, llamativo y lo suficientemente “memético” como para compartirse mil veces.