Hijo asesina a su padre en Carabayllo por un adelanto de herencia, desatando conmoción nacional.
Únete al canal de Whatsapp de WapaLa historia de una familia aparentemente normal se ha convertido en un estremecedor caso policial que conmociona al país. La ambición desmedida por el dinero terminó en tragedia, dejando en evidencia los extremos a los que puede llegar la avaricia.
El pasado enero, la Policía encontró el cuerpo de Sabino Quea Ccallo, un empresario textil de 64 años, enterrado en una fosa en Carabayllo. Su desaparición había sido reportada once días antes, tras haber salido a trotar cerca de su hogar en Carmen de la Legua, Callao. Lo que parecía un caso más de desaparición se tornó en un macabro crimen, cuando su hijo, Jossimar Sabino Quea Quea, confesó haberlo asesinado por negarse a darle un adelanto de herencia.
El 27 de diciembre de 2023, Sabino salió a trotar como lo hacía cada mañana, pero nunca regresó. Tres días después, su esposa, Marciana Quea, reportó la desaparición, lo que levantó sospechas entre los familiares y colegas del empresario. Según estos, la actitud de la familia cercana era extrañamente serena, y no se mostraban interesados en buscarlo activamente.
Preocupados por la falta de respuestas, los seis hermanos de Sabino llegaron desde Arequipa para indagar por su cuenta. Fue entonces cuando Marciana confesó lo inimaginable: su propio hijo había asesinado a su padre en un acto premeditado.
Según relató la esposa de Sabino, una discusión 15 días antes desató la ira de Jossimar, quien planeó el asesinato. El 28 de diciembre, las cámaras de seguridad captaron a Sabino realizando compras cerca de su hogar; sería la última vez que se le vio con vida. Al día siguiente, las mismas cámaras grabaron a Jossimar sacando un pesado bulto de la casa de su padre, ayudado por una mujer, y cargándolo en la maletera de un auto.
La Policía finalmente encontró el cuerpo de Sabino enterrado en Carabayllo, envuelto en bolsas y sábanas, con las manos y pies atados. La necropsia reveló que murió por traumatismo facial abierto, causado por un disparo en la boca.
El relato de Marciana Quea dejó a las autoridades y a la opinión pública perplejos. La noche del asesinato, madre e hijo durmieron en el mismo inmueble mientras el cuerpo de Sabino permanecía en una tina en el primer piso. Según ella, no denunció el crimen por temor a las amenazas de su hijo, quien habría intimidado a toda la familia.
Las pruebas de luminol confirmaron rastros de sangre en varias partes de la vivienda y en el vehículo utilizado para transportar el cuerpo. Finalmente, las evidencias llevaron a la detención de Jossimar, quien enfrenta cargos por homicidio calificado.
Marciana Quea, devastada pero aún defendiendo a su hijo, afirmó: “Soy su madre, y aunque no estoy de acuerdo con lo que hizo, ya no hay vuelta atrás. Hice lo que pude como madre”.
El caso de Sabino Quea no solo ha destapado una tragedia familiar, sino también ha planteado preguntas sobre las dinámicas ocultas dentro de las familias y cómo la codicia puede transformar los lazos más sagrados. La justicia ahora tiene la tarea de determinar el castigo para un crimen que ha dejado a un país entero en estado de shock.