Aunque no parezca, el bullying es un problema cotidiano. Puede ser muy evidente, como también se puede esconder en comentarios o bromas que dañan severamente al menor, en ambos casos es necesario que los padres de familia presten especial atención a los cambios de conductas de sus hijos para reaccionar con celeridad.
Así lo informó la médico psiquiatra del Centro de Salud Comunitario Kuyanakusun, Katherine Arias, en el programa Saludablemente en Andina Canal Online, donde habló sobre las señales de alerta que permitiría a los padres y docentes identificar si un menor será víctima o abusador de bullying.
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Según Arias, los niños agresores suelen crecer en un ambiente desestructurado o disfuncional, donde la violencia es normalizada. Estas características son más notorias a medida que van creciendo.
En el ámbito escolar, ejercen un cierto grado de poder contra sus otros compañeros, ya sea por el tema del tamaño, la fuerza, el estatus económico, incluso hasta por la edad.
Otra forma para identificar si un niño o niña puede ser un acosador escolar, es analizar su comportamiento en el ámbito familiar, y una señal de alerta es violentar a los hermanos menores o mascotas.
“Son incapaces de ponerse en el lugar del otro, tienen carencia de empatía. Por ejemplo, cuando tienen alguna conducta que no es adecuada, muy difícilmente lo aceptan y piden disculpas”, añadió.
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En el caso de una víctima de bullying, la experta señaló que antes eran más proclives los chicos que tenían algún tipo de característica o conducta diferente al resto del grupo.
“El hecho de usar anteojos o de tener una estatura baja, tener algún problema de peso, ser tímido o poco sociable. Incluso los niños aplicados eran víctimas comunes”, explicó.
Generalmente, las posibles víctimas son niños o niñas con inseguridad y baja autoestima, que han crecido en un ambiente hostil donde no tenían voz ni voto, lo que provoca en ellos una vulnerabilidad a recibir agresiones y no poder decirlo.
Para Katherine Arias, el bullying tiene un impacto en el desarrollo integral de la persona, por ello, es importante reconocer que es un problema de salud mental y que puede tener repercusiones en la persona cuando entra en la etapa adulta.
En la etapa escolar, el niño o adolescente que sufre de bullying ve afectada su autoestima y habilidades sociales, pero también el rendimiento académico, la parte cognitiva y, al momento de llegar a la vida adulta, esto puede alterar su relación con las personas.
Destacó que los menores que ejercen la violencia sin remordimiento, en un futuro la van a generalizar y extrapolar a todas sus relaciones. No solo será violento con sus compañeros de clase, también lo será con su pareja e hijos.
“Esta persona puede incluso en un futuro, cuando sea adulto, desarrollar conductas que infrinjan la ley, como robar, extorsionar o secuestrar. Si no se toman medidas, este puede ser el camino de un niño que está ejerciendo bullying”, agregó.
Hay muchos mitos con respecto al bullying y uno de ellos es que la víctima lo busca o se lo ganó, lo cual es completamente falso. Por esta razón, los padres son el principal soporte emocional y nunca deben restarle importancia cuando les dicen que los están fastidiando.
“Es muy difícil que los papás puedan notar algo hasta que haya signos visibles, como venir con la ropa rota o con un moretón, raspón, etc., los papás tienen que estar muy atentos y no desvalorizar lo que sus hijos les dicen”, enfatizó.
Además, refirió que este tema debe resolverse siguiendo los niveles de intervención adecuados, pero alejados de toda violencia, pues se seguirá incurriendo en el mismo problema.
“Sé que da mucha impotencia, enojo, ira, frustración, el hecho de ver a nuestro hijo siendo maltratado, pero tenemos que guardar la calma y desarrollar un clima de confianza e intimidad. Hay que brindarle la seguridad de que se va a tomar algún tipo de acción para que esto frene”, detalló.
En el caso de los docentes y autoridades de la institución educativa, ante un reporte de bullying, deben conversar con los alumnos de manera privada, sin exponer a la posible víctima, a fin de conocer si realmente ha ocurrido el abuso escolar y qué medidas tomar.
En el bullying está el acosador y está la víctima, pero también están las personas que son expectantes, generalmente son los otros compañeros que indirectamente forman parte del problema.
Muchos de ellos se ven movilizados por el temor, ya que tienen miedo de ser la próxima víctima. Mientras que otros celebran e incitan estas acciones, lo que refuerza negativamente que el agresor continúe con la violencia que está ejerciendo.
Ante estos casos, sugirió tomar cartas en el asunto. “Tengo que ir, reportarlo, conversar con la profesora y brindarle la seguridad a mi hijo de que la información que me está dando va a ser confidencial”, precisó.