Una de las promesas más persistentes de Keiko Fujimori en la segunda vuelta fue que en su eventual gobierno distribuiría el 40% del canon a los pobladores que residen en las zonas en la que existe actividad extractiva. De acuerdo con los datos del Ministerio de Economía y Finanzas, entre 2010 y 2020, las regiones de Áncash, Arequipa, Cajamarca, Tacna, Moquegua, Puno y Cusco fueron las que más fondos del canon minero recibieron.
Sin embargo, como puede apreciarse en la ilustración, en los mencionados departamentos la lideresa de Fuerza Popular fue ampliamente superada por su contrincante electoral Pedro Castillo. Su propuesta no tuvo el impacto deseado.
Según el avance de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el representante de Perú Libre venció en 16 regiones, mientras que Keiko Fujimori en 9. La diferencia es considerable entre ambos candidatos.
El peso electoral de cada región es diferente, otra cosa es la significación que tiene cada una. No solo se trata de número de votos. Como ha sido evidente, otro componente trascendental de la campaña fujimorista, que le jugó en contra, fue insinuar que el terrorismo resultaría favorecido con el triunfo de Pedro Castillo.
En la narrativa fujimorista, izquierdismo es igual a comunismo y comunismo es igual a terrorismo. La campaña de miedo ante un resurgimiento del terrorismo se reflejó en la capital a pocas horas de la elección, precisamente algunos establecimientos comerciales tapiaron sus ventanas ante posibles ataques.
Pero el impacto de miedo que desató el fujimorismo no afectó la voluntad de los electores en los departamentos donde el terrorismo fue más brutal y atroz que en el resto del país: en Ayacucho, Apurímac y Huancavelica, el epicentro de la acción violenta de los senderistas. Los ciudadanos eligieron ampliamente al candidato Castillo en Ayacucho (82,28%), Apurímac (81,47%) y Huancavelica (84,96%). Los votantes no se dejaron sorprender por el evidente mensaje de la lideresa de Fuerza Popular.