Como consecuencia del contexto actual, se han planteado con mayor intensidad grandes retos que pueden llegar a afectar la convivencia en casa.
Una forma de garantizar que la unión familiar no se vea afectada es mantener una comunicación fluida que genere confianza y lazos más fuertes con nuestros hijos.
El director regional de Innova Schools, Freddy Chávez, asegura que la buena comunicación no se reduce únicamente a transmitir un mensaje.
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En realidad, se trata de un ejercicio permanente de dar a los demás lo mejor de nosotros mismos y que podemos comenzar a aplicar hoy mismo gracias a una serie de sencillas recomendaciones:
Regular nuestras emociones
Nuestro principal reto como padres es dominar nuestro carácter. Perder la paciencia, a pesar de ser natural, es sinónimo de perderse uno mismo. Por ese motivo, debemos evitar enviar mensajes acompañados de una alta carga emocional que, de malinterpretarse, puedan provocar un desajuste familiar.
No responder agravios
Responder negativamente crea un círculo vicioso de agresión. De recibir una reacción inadecuada de parte de nuestros hijos, debemos corregir con paciencia. Proponer una conversación sobre lo sucedido, así como colocar límites, es un gran triunfo.
Ponernos en el lugar de nuestros hijos
Debemos hablar como nos gustaría que nos hablen. Comunicar es una labor constante de pensar en el otro, por lo que cuando corregimos, advertimos o recomendamos, tenemos que asegurarnos de ofrecer lo mejor de nosotros mismos.
Ser concretos
Lo más importante con los adolescentes es darles normas breves y concisas. Al pedirles que cumplan una tarea, lo más eficaz es ser claros, lógicos y pacientes, y evitar los sermones que suelen provocar reacciones negativas de su parte. En el caso de los niños, no es necesario darles indicaciones más de una vez, pero sin olvidar enseñarles que de no obedecer hay una consecuencia natural.
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Escuchar
Nada es irrelevante cuando se trata de nuestros hijos. Aprender a interpretar sus emociones es el primer paso para una buena comunicación, porque al escucharlos atentamente, observar sus rostros y su lenguaje corporal, seremos capaces de descubrir sus problemas o inquietudes. Es fundamental evitar que se sientan ignorados en casa.
Verificar
No siempre las indicaciones que damos los padres, a pesar de que las percibamos como evidentes, son entendidas por nuestros hijos. No podemos olvidar detenernos a comprobar si ellos nos comprenden.