El término “feminismo conservador” ha sido tendencia en los últimos días en redes sociales luego que la jueza Amy Coney Barrett, de la Corte Suprema de los Estados Unidos, lo utilizó para suceder a su homóloga Ruth Bader Ginsburg.
Coney Barrett comentó que alaba la decisión de su colega priorizar cosas como “sexo, romance, matrimonio y crianza de los hijos”, todo lo cual aparentemente se perdió gracias a los avances feministas en la década de 1970.
El problema con estos términos, según expertas del tema, es que el “feminismo conservador” no es solo un término sin sentido, sino un oxímoron, es decir, que ambas definiciones juntas tienen son opuestas y contradictoras.
Postulan que, el feminismo en su esencia se trata de desmantelar las estructuras de poder patriarcal de larga data y proteger la libertad de las mujeres en la búsqueda de la igualdad de género.
En síntesis, explican que el feminismo, como movimiento, favorece la maternidad y favorece el “equilibrio entre la vida laboral y personal” porque aboga por que las mujeres deben elegir si quieren tener hijos y cuándo, y lucha por su igualdad de trato en el lugar de trabajo y la esfera pública.
Por lo que no necesita de términos complementarios para parámetrar que una mujer quiera ignorar la "ambición profesional" en favor de "otras aspiraciones humanas", como casarse y tener hijos, ya que cada mujer es libre de hacer lo que le venga en gana. Eso busca el feminismo, según expertas.