Pese a que los contagios por coronavirus van en descenso, existe el peligro latente de enfrentar una segunda ola si no se siguen cumpliendo las medidas de bioseguridad impuestas. Entre ellas, evitar las reuniones sociales o celebraciones masivas, pues las consecuencias pueden ser lamentables.
Tal como ocurrió en Maine, Estados Unidos, donde siete personas murieron y 177 resultaron infectadas de la COVID-19 tras participar en una boda.
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La boda ocurrió hace un mes, el 7 de agosto, donde acudieron 65 invitados, cuando el máximo de personas permitidas, en Estados Unidos, para este tipo de celebraciones eran 50. Todos los asistentes primero departieron en una iglesia baptista para la ceremonia, mientras que luego se trasladaron al albergue “Big Moose Inn” para la recepción.
A los pocos días de festejar el matrimonio, trascendió que, de todos los presentes, 24 dieron positivo al coronavirus. Tras el diagnostico, dieron alerta al Centro para el Control de las Enfermedades de Maine para que habrá una investigación y rastree a todos aquellos que tuvieron contacto con los infectados.
Gracias a la rápida acción de las autoridades, se detectó que un total de 177 personas fueron contagiadas con la COVID-19, de las cuales 7 no soportaron la enfermedad y murieron. Los fallecidos, casi todos adultos mayores, no asistieron a la boda, pero resultaron contagiados por sus familiares que si lo hicieron.
Cabe precisar que este tipo de reuniones o celebraciones se han convertido en un gran foco infeccioso del coronavirus, pues muchas personas se aglomeran en lugares cerrados y departen sin la necesidad de usar mascarilla.