El ciudadano afroamericano que fue asesinado por la Policía de Estados Unidos, George Floyd, dio positivo por nuevo coronavirus en una prueba tomada tras su muerte, según el nuevo informe de autopsia del condado de Hennepin publicado este miércoles.
En dicho análisis, se encontró que el hisopado nasal port-motem era “positivo para el ARN nCoV 2019”. Es decir, Floyd era portador de COVID-19 al momento de tener el altercado con el oficial Derek Chauvin, acusado de homicidio en segundo grado.
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Sin embargo, la muerte de Floyd, ocurrida el pasado 25 de mayo, fue causada por un "paro cardiorrespiratorio" ocurrido mientras le inmovilizaban varios agentes de policía, indica el informe del médico forense en jefe, el Dr. Andrew Baker.
Baker sostiene que “el resultado de la autopsia probablemente refleje positividad asintomática pero persistente por PCR de una infección previa”, lo que significa que el virus no jugó ningún papel conocido en la muerte de Floyd y era poco probable que fuera contagioso.
La autopsia solicitada por la familia de Floyd revela que falleció por “asfixia debido a una presión sostenida”.
Además, figuran “lesiones por fuerza contundente” en la frente, cara y el labio superior, así como en la mucosa de los labios, de los hombros, manos, codos y piernas, al igual que presentaba contusiones en las muñecas.
El informe también detalla una enfermedad cardíaca arteriosclerótica, una enfermedad cardíaca hipertensiva y un tumor pélvico.
De acuerdo con ese informe médico, “hubo una compresión del cuello y de la espalda que llevaron a una falta de riego sanguíneo al cerebro” de Floyd, anunció el abogado de la familia de la víctima, Benjamin Crump, en una rueda de prensa.