Sin aparente muestra de arrepentimiento o presencia de escrúpulo alguna, un médico y una enfermera fueron detenidos por la policía cuando trasladaban el cuerpo sin vida de una madre con 7 meses de gestación en la parte posterior de un auto.
El personal de salud pretendía dejar a la mujer embarazada en la puerta de su domicilio y alegarles a sus hijos que había fallecido por el nuevo coronavirus, pero familiares de la víctima desmintieron que el deceso haya sido por COVID-19.
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Los agentes policiales intervinieron luego que los hijos de la desafortunada mujer llamaran a la comisaria para denunciar que el médico que atendía el embarazo de su progenitora la tenía sin vida en su auto y quería dejarla en su casa en la calle Los Jazmines 01 del P.J. Milagro de Dios, en Lambayeque.
Según el hijo de la occisa, José Gonzales Rimarachín (21), su madre acudió al consultorio del galeno para un chequeo de rutina por su embarazo. Allí el médico le habría aplicado una inyección que le provocó la muerte.
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Tras la mortífera inyección, los policías sostienen que, el médico Juan José Grandez Vargas (70), acompañado de su enfermera Doris Guerrero Díaz (50), subieron a la gestante sin vida dentro del automóvil de placa M4O-656, en busca de deshacerse del cuerpo para no presentar responsabilidad alguna.
La fiscal Gasdali Salazar Alarcón y peritos de Homicidios asumieron la investigación para que un posible nuevo feminicidio no quede en la impunidad.