A simple vista, “Alinti” es una maceta común hecha de arcilla que contiene una planta y tiene unos paneles solares adheridos en el exterior. Sin embargo, es un sistema más complejo. Se trata de un dispositivo que trabaja con energía solar para el bienestar del medio ambiente.
Un joven peruano de 29 años, Hernán Asto Cabezas, creó este dispositivo para llevarlo a las comunidades que no cuentan con energía eléctrica. Alinti produce energía biológica, ecológica y limpia, esto gracias a la fotosíntesis de las plantas y, también, a cinco microorganismos ‘electrogénicos’ que están dentro.
Según Asto, esas tres energías se unen y se obtiene la corriente: «es repotenciada gracias al enfriamiento natural de la arcilla».
La corriente generada se almacena en una batería de 10 amperios, que sirve para cargar hasta dos teléfonos celulares y encender focos (bombillos).
Asto explica que, utiliza una arcilla que contiene tres tipos de materiales, para la construcción de las macetas porque los microorganismos se mueren cuando no están en su hábitat natural.
La arcilla produce un enfriamiento natural y, con ello, los microorganismos «creen que están en su casa, se desarrollan y se reproducen», comenta Hernán.
Hernán Asto es oriundo de la comunidad de Accocca, departamento de Ayacucho. Ahí nació su curiosidad.
En su humilde casa utilizaban “pilas” para hacer uso de la radio y relojes, ya que no contaban con energía eléctrica. Cuando los aparatos dejaban de funcionar, él tomaba esas pilas, las desarmaba y buscaba entender el almacenamiento y funcionamiento de la energía, con el afán de que vuelvan a funcionar.
En 2018: Quedó en segundo lugar en el concurso internacional ‘Una idea para cambiar la historia’, promovido por History Channel.
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En 2019: Consiguió el galardón de ‘Tecnología con Impacto’ de los Premios Latinoamérica Verde, considerados los «Óscar del medioambiente». En ese mismo evento, quedó en segundo lugar en la categoría Energía.
Actualmente, el invento de Asto está siendo replicado, alrededor de 5.000 unidades, que serán repartidas en Masisea, en la Amazonía peruana.