Las celebraciones de cumpleaños están tan impregnadas en la sociedad y en el mercado que se hacen a veces sin cuestionar su importancia y se ven como ocasiones para festejar y gastar en diversión.
No está mal darse el gusto, pero cuando se trata de un hijo pequeño a veces no se toma en cuenta cierta valía de la fecha u ocasión o incluso para nosotros mismos en nuestras fechas de cumpleaños no sabemos el valor real de la fecha.
De acuerdo con Christian Helson, autor del libro Petite psychologie de l’anniversaire, psicológicamente es muy beneficioso darle importancia a los cumpleaños, sobre todo en la infancia y la adolescencia.
Tenerlo mucho más en cuenta en estas etapas y festejarlo o no puede marcar la psicología de los hijos.
Según el autor, la fiesta de cumpleaños es un medio útil para comprobar los vínculos afectivos y los encuentros familiares.
Es una demostración de buenos deseos y gratificaciones, una forma para reafirmar la autoconfianza de los niños porque se sienten queridos.
Además, son recuerdos que les quedan para toda la vida.
Más allá de los regalos y la fiesta, al celebrarle un año más a un hijo, se le está diciendo que su existencia es fundamental para nosotros y que estamos felices por ello.
Es la forma de llenar la necesidad de cariño que todos los seres humanos tenemos.
Con un simple gesto se le envía un mensaje de que su día de nacimiento es especial para los padres quienes lo celebran junto a él o ella.
Este evento por más superficial que parezca en ocasiones, puede ser un impacto en la psicología de los niños y que si se hace de la forma más sencilla y honesta o con una gran fiesta tenga el valor significativo que los niños puedan reconocer.
De esta forma también se enseña a los hijos el valor de esa ocasión para otros niños y lo tenga en cuenta cuando sea mayor y en el futuro si llega a tener niños también lo aplique bajo esa consigna.
El amor a los hijos se tendría que mostrar todos los días, así como con los seres queridos cercanos, pero el festejar el día el que nacieron es alguna forma un escalón para que los niños crezcan fuertes y con autoestima.
Además, también es una buena forma de enseñarles a ser agradecidos con lo que tienen.
Ahora ya sabes de la importancia de esta ocasión que no siempre tiene que verse como un evento superficial si se hace desde un gesto de amor y demostración de vínculo afectivo familiar.