Nadie nace sabiendo. Ser padres es una labor que se aprende en el camino y muchas veces resulta todo un dolor de cabeza. No es una tarea fácil y los hijos contribuyen con eso. Con el paso del tiempo, el va independizando y deja de prescindir de sus padres; sin embargo, en este proceso, adquiere actitudes de su entorno: colegio, hermanos mayores e incluso amigos.
Sin duda, cuando comienzan los berrinches ambas partes pierden los papeles y la situación suele salirse de control. Por eso, en esta nota te contamos todo lo que debes saber de ellos y cómo manejarlos.
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El término berrinche es una palabra coloquial que se utiliza para definir el momento de rabieta o arrebato que atraviesa el niño cuando no obtiene lo que quiere. Esto suele ser más frecuente entre los 2 y 3 años de edad, debido a que en esta etapa lo pequeños suelen ser más conscientes de lo que desean y buscan llamar la atención con la finalidad de conseguirlo.
Muchas veces se desencadena por la acumulación progresiva de tensión y la carga de miedo o ansiedad. Durante la episodio, el niño presenta sentimientos incontrolables de rabia y frustración, acompañado de gritos y lágrimas.
- Encuentra un lugar seguro: Debes darle un tiempo fuera, tratar de desconectar a tu hijo la situación que provocó la rabieta. Lo más recomendable es llevarlo a otra habitación, conversar con él, abrazarlo y darle a entender que está mal reaccionar de esa manera.
- Genera empatía: Trata de averiguar qué sucedió, si se trata de una simple pataleta o si hubo alguna situación paralela que lo llevó a reaccionar así. Lo más importante es corregirlo de acuerdo a los casos.
- Paciencia: No pierdas los papeles pues no te llevará a nada, siempre ten la situación bajo control, muéstrate tranquila y él se dará cuenta que no tiene sentido seguir gritando.
- Manejo de la ira: Acá puedes enseñarle a tu pequeño a redireccionar la frustración que siente con técnicas de respiración profunda e incluso puede contar hasta diez.
- Sé firme: Esto quiere decir que lo vas a golpear o insultar, significa que todo tiene límites y no puede comportarse como quiere. Recuerda que el amor no es permisividad.
- Que asuma sus errores: Esta es la mejor manera para educarlos y que en un futuro sean personas con valores y principios.