Amadas y odiadas a partes iguales, las hombreras, reinas de la moda de los años 80, no dejan a nadie indiferente y, esta temporada, prometen volver una tendencia.
Esta manga abullonada a la altura del hombro puede ser un patronaje muy estilizador para la figura si se lleva correctamente y ahora regresa con más fuerza que nunca en las pasarelas y el asfalto sobre hombros de americanas, abrigos, gabardinas, jerséis y blusas.
Como todas las modas, ha ido reinventándose y adaptándose a la estética del momento, y prueba de ello es el icónico vestido de terciopelo negro que lució en 1978 durante una fiesta la diseñadora Carolina Herrera, conjuntado con unos pendientes de abalorios, dejando tras de sí una imagen que marcaría la edad dorada en Hollywood.
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Definidas como extravagantes, exageradas y llamativas, se posicionaron como el sello identificador de la estética de los años ochenta, pero su historia comenzó hace bastantes años atrás, de una forma, eso sí, mucho más discreta.
“Las hombreras van de la mano de la historia de la moda, concretamente, de la sastrería. Trata de imaginar un traje sin hombreras, perdería toda su elegancia, ¿verdad?”, explica la estilista Sonia Hernández.
Sus orígenes en el vestuario femenino se pueden ubicar en los vestidos que lucían en los años 40, pero llegarían en sus formas más voluptuosas y exageradas en los años ochenta, como un símbolo de empoderamiento femenino, al siluetear los hombros para hacer una forma más marcada.
“A todos se nos viene a la cabeza Melanie Griffith en la película ´Armas de mujer´, enfundada en trajes con hombreras marcadas”, reflexiona la estilista.
Con la llegada de los años noventa comenzó el minimalismo, y “como todas las tendencias en el arte y la moda, se busca un efecto contrario al establecido”, dejando a un lado este tipo de estructuras por patrones más fluidos y siluetas naturales.
Es en torno a la primera década de los 2000 cuando vuelven a resurgir: “en el año 2017, el diseñador Roberto Diz comenzó a dotar a sus prendas de hombreras y muy imaginativas”, argumenta Hernández.
A pesar de ser llamativas, existen diferentes versiones de hombreras, y al contrario de lo que se piensa, pueden favorecer mucho la silueta femenina.
“Estilísticamente hablando, las hombreras son perfectas para conseguir la llamada silueta reloj de arena, al compensar caderas y hombros con una cintura marcada”, expresa la estilista.
Y la pregunta del millón, ¿favorecen a algún tipo de cuerpo en concreto? Según Hernández, en especial favorecen “a las figuras de triángulo invertido”, equilibrando así la silueta de hombros estrechos y caderas anchas, además de resaltar la cintura.
Redondeadas, en forma de pico, o simplemente alargando visualmente los hombros, conquistan en sus diferentes versiones el panorama de la moda de la actualidad.
EFE.