Es muy común que en los hogares se adopten a las mascotas y se conviertan en una parte importante de las familias, incluso muchas parejas las obtienen como sus hijos, a tal punto que los sumergen de más en el mundo de los humanos.
Es así que en más de una oportunidad se ha calificado a los amigos de cuatro patas como los perrhijos o gathijos, por lo que el mundo está cambiando, pero es importante presidar que las mascotas no son hijos.
Frente a ello, el educador canino europeo, Carlos Carrasco, señaló que esta postura de humanización de los animales, es algo que hace treinta o cuarenta años no existía.
“Antes se trataban a los animales a periodicazos, se les daban sobras para comer, pasaban frío… Lo que sucede es que nos hemos ido a otro extremo, en el que la gente trata al perro como si fuera un niño con pelo que ladra: hoy la humanización es el gran mal para las mascotas”, explica el especialista.
Además, señaló que eso no significa que no haya cariño con la mascota, ni mucho menos que los dueños dejen de preocuparse por su bienestar, sino que es importante mantener un equilibrio al recordar que son animales.
“A ver, podemos quererlo mucho y es evidente que es un integrante de la familia, y por eso lo trataré bien, cuidaré de su bienestar, de alimentarlo lo mejor posible, de cuidar su salud, de proporcionarle el ejercicio físico y mental y la estimulación que necesita para estar sano y equilibrado…. Pero son animales. Son perros. O gatos. No son mis bebés, ni mis hijos. Eso no lo pierdo de vista”, agregó.
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Finalmente, señaló que al tratar al animal como un niño, no se le respeta pues le se pone una responsabilidad que no le corresponde, ya que al ser un animal necesita límites y normas, además de que necesita cierto ejercicio físico y mental.