Mike Ritland sirvió en el frente y realizó toda clase de valerosas tareas junto al perro pastor alemán. Cuando el can fue retirado de servicio, Mike se lo llevó con él para que viviera el resto de sus días en su hogar.
Dentro de las fuerzas especiales del mundo, pocas tienen la fama de los NAVY SEALS (son la principal fuerza de operaciones especiales de la Armada de los Estados Unidos). Este grupo de infantes de marina son los que se encargan de realizar las tareas más duras y peligrosas que caen en las manos de la inteligencia estadounidense.
Estos son los especialistas que se infiltran en bases enemigas, con tareas como quitar del camino a los terroristas más peligrosos del mundo. Por citar un ejemplo, fueron ellos los que consiguió dar con el paradero de Osama Bin Laden, así como quienes finalmente le propinaron su final.
(Foto:Mike Ritland)
Para llegar a este nivel de efectividad, los NAVY SEALS son sometidos a los entrenamientos más duros de la faz de la tierra. La mayor parte de su tiempo la pasan preparándose físicamente para toda clase de operaciones peligrosas. Para que esto resulte efectivo, ellos mismos deben estar listos psicológicamente.
Mike Ritland es uno de estos especialistas y uno particularmente destacado. Sin embargo, cuando "vio" a la muerte llevándose a su mejor amigo de 15 años, no hubo formación que lo preparara para una pérdida como esta.
(Foto:Mike Ritland)
El inicio de la relación entre Mike y Carlos, el perro pastor alemán, fue en el ámbito laboral. Carlos le fue asignado a Mike como su compañero, el que lo ayudaría en tareas de reconocimiento, especialmente durante el tiempo que estuvo designado en Afghanistan. Construyeron una rápida amistad, por lo que cada vez que Mike salía a alguna tarea, Carlos partía con él.
Después de varios años de duras misiones, Carlos recibió su jubilación. Al enterarse de esto, Mike pidió que el perro se fuera con él a casa. Viendo que ya tenían un vínculo totalmente irrompible, sus superiores dieron el visto bueno para tal fin.
(Foto:Mike Ritland)
Carlos pasó los próximos años de su vida jugando y durmiendo al sol en el patio de Mike. Los años pasaron y el hilo de vida del pastor alemán llegó a su fin. Cuando finalmente Carlos falleció, Mike volvió para estar a su lado. Dándole una despedida con todos los honores militares, estuvo junto a su incondicional amigo en el último adiós.
A pesar de todo el entrenamiento psicológico y las tareas para sobreponerse a las emociones más fuertes, perder a Carlos fue lo único que Mike no pudo soportar demasiado bien. Acostándose al lado de su compañero, lo acarició y se desmoronó en su lecho de muerte del peludo.
(Foto:Mike Ritland)