Si bien la crisis generada por el nuevo coronavirus retó a nuestro sistema educativo y aceleró el consumo de material digital con clases remotas y la adaptación de alumnos y profesores a nuevas plataformas, lo cierto es que el libro impreso no ha perdido su valor.
Incluso, hoy más que nunca, los libros y cuadernos de trabajo impresos se han convertido en grandes aliados para adaptar estos nuevos contenidos y lograr que el proceso de aprendizaje entre los escolares sea realmente efectivo.
Para Hugo Díaz, especialista en educación e integrante del Consejo Nacional de Educación, la pandemia ha demostrado que la modernidad - el uso de dispositivos digitales y la buena conectividad- alcanza solo a un 15% de la población. “El resto estudia a través de la televisión o de la radio; y es que la modernidad en nuestro país avanza lentamente y eso hay que tomarlo con mucho realismo”.
Una realidad que el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), confirma al revelar que, hasta el año 2019, solo el 35% de hogares peruanos tenía al menos una computadora y el 39% servicio de internet.
“El libro impreso no podrá ser reemplazado y juega un rol fundamental, sobre todo en las localidades en las que el acceso a la web es deficiente y donde a veces el acompañamiento del profesor es mucho más difícil. El 65% de los estudiantes de escuelas públicas ha venido utilizando durante la pandemia libros o cuadernos de trabajo impresos”, explica Díaz.
El experto asegura que los alumnos necesitan el material impreso para desarrollar ciertas habilidades básicas relacionadas con el desarrollo psicomotriz y con la escritura, que no siempre se pueden adquirir con material digital.
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“A pesar de que algunas destrezas se pueden potenciar a través de ambos recursos, hay ciertas particularidades del impreso que lo hacen necesario. Por ejemplo, cuando uno escribe, lo que utiliza con la versión digital es el teclado, pero también es importante desarrollar la habilidad con un lápiz y un papel porque eso no va a desaparecer como necesidad, y ese diferencial solo la ofrece el texto impreso, en particular el cuaderno de trabajo”, advierte.
El integrante del Consejo Nacional de Educación, considera que existe mucho material de uso libre en la web y por eso algunos profesores lo prefieren para hacer sus clases. Sin embargo, este no responde necesariamente a la programación curricular de los colegios.
“Cuando los colegios compran textos reciben propuestas de distintas editoriales y eligen la que más se adapta a la programación curricular. Lo mismo debe suceder con el material digital. No se puede tomar solo porque es bonito o tiene figuritas que se mueven; lo que interesa en ambos, impreso y digital, es que sean atractivos para los alumnos, que estén acordes con la currículo, que vayan de acuerdo con su edad y que los motiven y desarrollen con ellos los aprendizajes previstos. Si no lo logran, entonces no sirven”, señala Díaz.
Para incentivar el uso de libros impresos en los niños, el experto en Educación recomienda a los padres leer junto a sus hijos y explotar al máximo el nivel de apego con ellos. Además, recomienda dejarlos leer lo que les gusta, ya sea un comic, un cuento corto o una revista; lo importante es no quitarles la iniciativa de hacerlo ni obligarlos a leer algo mucho más complejo, pues poco a poco buscarán cosas más elaboradas.