El 30 de agosto se recuerda a la primera santa de América, una mujer que amaba a Dios por sobre todas las cosas, quien además, jamás dudó en acoger los más necesitados y asistirlas desde su enfermería y diferentes muestras de la nobleza y entrega para los demás.
"Santa Rosa de Lima es una mujer que ha pasado por este mundo dejando huella, por toda su trayectoria, amó intensamente a Dios, a la Iglesia, pero que también era muy comprometida con la sociedad, daba de comer a los pobres, curaba a los enfermos, a pesar que las autoridades no la mirasen bien, ahí se encontraba ella, luchando por demostrar la importancia de estas personas y que deben ser incluidas en la sociedad y dentro de la Iglesia como hijos de Dios, que son", manifestó el Padre Reinaldo Montenegro del convento de Santa Rosa de Lima.
En el siglo XVI la santidad era considerada parte de un estilo de vida, las familias tenían al menos un integrante dedicado a la Iglesia, sin embargo, para cuando Santa Rosa cumplió 15 años, además de su amor a Dios, era una activa defensora de los derechos humanos y demostraba su total rechazo hacia algún tipo de discriminación a la mujer.
"En ese lugar, sintió en carne propia la discriminación, a los indígenas, a los negros esclavos y de manera especial a la mujer", manifestó el Padre Montenegro.
Para ese entonces, la primera santa "había leído la vida de Santa Catalina, mujer valiente luchadora quien fue capaz de ir al Papa y sugerirle muchas cosas, lo que marcó a la patrona de las filipinas inspirándola a seguir sus pasos. En ese sentido, cuando vio que las personas eran discriminadas, que las mujeres eran maltratadas, Santa Rosa tuvo el valor de denunciar, algo que quizá nadie se atrevía, defendiendo al igual que sus mentoras, los derechos de las personas, sin importarle los líos que podrían suscitar", afirmó el Padre Montenegro.
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Santa Rosa de Lima acogía, alimentaba y cuidaba a las mujeres que lo necesitasen, "han pasado más de 400 años y no hay en la actualidad un santo peruano, además de San Martín y San Juan Masías contemporáneos, esta mujer nos recuerda a cada uno de nosotros que estamos llamados a la santidad" manifestó el Padre Reinaldo Montenegro del convento de Santa Rosa de Lima.