Anahí de Cárdenas contó su testimonio sobre lo vivido en su lucha contra el cáncer. La actriz indicó que gracias a su mamá, a su novio y gente que le dio buena energía pudo salir adelante.
Después de constantes citas, quimioterapias y perseverancia, Anahí de Cárdenas finalmente superó el cáncer.
"¡Ya estoy libre de cáncer! Me siento súper contenta, agradecida, bendecida por este año tan duro que me ha tocado... Sí, escuchas bien, me siento bendecida por el año duro (ríe)”, indicó la joven a Peru21, quien resaltó que se ha convertido en una mujer "más fuerte, más agradeciday más espiritual" a raíz de esta experiencia.
Asimismo, señaló que cuando supo que tenía esta enfermedad le dio miedo, aunque sabía que no estaba grave.
"Sabía que era un cáncer que no era complicado, el médico me lo dijo que tenía muy buen pronóstico y sabía que iba a estar bien. Claro que tuve miedo en momentos muy específicos porque es una enfermedad que constantemente te pone a prueba por el dolor, por el trajín físico y emocional. Pero desde el comienzo sabía que debía tener a mi alrededor ciertas cosas: soporte emocional, ayuda psicológica; y tercero, hacerle caso a mis médicos", señaló.
Anahí de Cárdenas confesó que las quiomiterapias eran tan duras que estuvo a punto de tirar la toalla.
"Después de mi segunda quimio, dije: “Se acabó, chau, ya no quiero más, ya fue (ríe)”. Pero mi novio, mi mamá me decían: “Anahí, tienes que seguir adelante”. Yo respondía: “Físicamente, el cuerpo no me da. Ya llegué al fondo del dolor, del malestar que he tenido en toda mi vida. No puedo. Tuve a muchas personas detrás, como mis amigos, mi familia, mis médicos, mi novio, que me decían que sí podía. Fue gracias a ese aliento que logré llevar el proceso. Fue la chamba de una aldea que me alentaba, mucha gente en redes me daba ánimos”, contó.
Sin embargo, gracias a los buenos deseos de amigos y familia, tomó fuerzas para seguir adelante.
“Con pelo o sin pelo sigo siendo la misma persona. Con cinco kilos menos o cinco kilos más voy a seguir siendo la misma persona. El exterior es solamente como una ropa que nos dieron cuando nacimos y, conforme vamos creciendo, se va desvaneciendo como una flor”, señaló.