El Chavo del Ocho, es sin duda, uno de los mejores programas cómicos del mundo. Roberto Gómez Bolaños hizo reír a generación, tras generación, sin embargo, sus episodios también nos dejaron grandes lecciones.
Uno de ellos fue el capítulo de la Navidad, en donde toda la vecindad se reúne para celebrar la Noche Buena.
Doña Florinda es el primer personaje que cambia su manera de ser, cuando no le da ningún golpe a Don Ramón (quien recibía siempre una cachetada por haberle hecho daño a Quico) y lo invita a su casa a cenar.
Ella también invita al Chavo del Ocho a cenar a su casa en Noche Buena.
Ya en la noche, Doña Clotilde, Don Ramón, El Chavo del Ocho, El Profesor Jirafales, Don Barriga y los dueños de casa, Quico y Doña Florinda los esperan para tener una deliciosa cena humilde, pero hecha con mucho amor.
A pesar de algunas torpezas del personaje principal del programa, cada uno de los residentes de la vecindad demuestran que el amor es lo más importante en el día de Navidad.
Sin embargo, al momento de abrir los regalos, al Chavo le tocó un camión de juguete, pero él no se emocionó al abrirlo.
Quico le pregunta qué es lo que ocurría y él le contesta que la portera de la vecindad había tenido un bebé que se parecía al niño Jesús. Al instante, el personaje interpretado por Chespirito sale corriendo.
Cuando el Chavo regresó todos le preguntaron qué había hecho con su camión y él respondió que se lo había regalado al bebé (hijo de la portera) “porque era un niño pobre”.
Una lección de caridad que nos dejó el inolvidable comediante Roberto Gómez Bolaños en Navidad.