Adrián José Cabezas, doctor en Ciencias de Ingeniería, pasó su infancia en Chancay y actualmente es una figura destacada en la comunidad científica de Suecia. A pesar de haber intentado establecerse en Perú, no encontró las oportunidades que buscaba. ¡Descubre la inspiradora trayectoria de este destacado científico!
Únete al canal de Whatsapp de WapaAdrián José Cabezas Morales, un científico peruano, utiliza la frase 'Los milagros uno los hace' como fuente de inspiración para otros. A pesar de haber intentado enseñar en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en Perú, ahora se destaca en Suecia como una de las mentes más brillantes del país. Además de su dominio de seis idiomas (español, ruso, inglés, sueco, ucraniano y búlgaro), ha logrado importantes avances en la protección del medio ambiente. Gracias a su carrera profesional, ha tenido la oportunidad de viajar y compartir sus conocimientos en diversas partes del mundo.
Conoce la historia del destacado ingeniero peruano que ha dejado una marca significativa en la comunidad científica de Suecia y Europa.
La vida de Adrián José Cabezas tiene raíces profundas en el Perú. Hijo de madre apurimeña y padre ayacuchano, pasó su infancia en Lima, específicamente en la hacienda San José, cerca del río Rímac, durante la década de los 70.
"Al inicio, todo era agricultura; entonces, mi padre trabajaba como cargador de maíz para dar de comer al ganado. Mi madre era ama de casa", señaló para el Diario La República.
Pese a que eran una familia de escasos recursos, el padre de Adrián siempre lo motivó a ser mejor y estudiar, por lo que le trasladó al colegio Fe y Alegría: "Mi padre siempre me exigía que yo sea un mejor estudiante, uno de los mejores alumnos".
Sin embargo, una crisis económica obligó a su familia a trasladarse a la selva, lo que resultó en la pérdida de un año escolar para Adrián. A una edad temprana, tuvo que asumir la responsabilidad de cuidar de sus seis hermanos menores, ya que su padre regresó a Lima. "Estuve yo al mando de mi familia solo durante medio año".
Después de un tiempo, la familia regresó a la capital y se estableció en Chancay, cuando Adrián tenía alrededor de 8 o 9 años. A pesar de los esfuerzos, la situación financiera no mejoró, por lo que a la edad de 13 años, Adrián se vio obligado a trabajar después de la escuela para contribuir al sustento familiar.
De esta manera, desempeñó diversos trabajos en los campos y en la cooperativa local, participando en labores como la pesca y la recolección de productos agrícolas, además de realizar tareas de mantenimiento de la infraestructura. A pesar de los desafíos, logró destacarse académicamente y finalizó la secundaria entre los mejores estudiantes.
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Una vez establecido en Lima, buscó opciones para prepararse y postular a la universidad. Optó por la academia San Marcos, donde su rendimiento académico le valió una beca. Durante esta etapa, para ahorrar en pasajes, caminaba desde su hogar hasta el centro de estudios.
Su dedicación dio sus frutos cuando ingresó a la Universidad Nacional del Callao (UNAC), convirtiéndose en el primer estudiante de su academia en lograrlo.
Dado lo difícil que resultaba mantenerse en Lima, este ingeniero exploró otras opciones, incluyendo la posibilidad de estudiar en el extranjero. Al buscar información en la INABEC, descubrió oportunidades de becas en países como Estados Unidos, Francia, Japón y la Unión Soviética, entre otros. Al cumplir con los requisitos, decidió postular, motivado por estas perspectivas.
"Mi padre comenzó a llorar de emoción y así fue como comencé el primer día del inicio de mi sueño", sostuvo.
Finalmente, optó por la Unión Soviética como destino para sus estudios, ya que era el único país que le ofrecía cubrir los gastos de matrícula y estancia. Sin embargo, conseguir el dinero para el pasaje supuso un desafío adicional, dado que su padre carecía de recursos y la cooperativa local no pudo brindarle asistencia financiera. A pesar de ello, logró obtener un crédito en el Banco Agrario, actualmente conocido como Agrobanco, que le permitió costear su viaje.
Una vez matriculado en la Universidad de Ingeniería Internacional de Aviación Civil en Kiev, Ucrania, continuó destacándose como uno de los mejores estudiantes. Además, durante su segundo año, trabajó como asistente de científicos para adquirir experiencia práctica en el campo. Con el tiempo, obtuvo su título de Ingeniero Mecánico especializado en Motores y Mecanismos de Aviones y Aeronaves.
"La mayoría de los científicos y especialistas me recomendaron para poder seguir con los estudios de doctorado", recordó.
Al retornar a Perú antes de iniciar su doctorado, Adrián enfrentó dificultades para integrarse y establecerse en su país natal.
"Pensé que yo aquí en el Perú, si encontraba un lugar para poder yo desempeñarme como profesional, yo ya no iba a seguir esta carrera del doctorado. Quizás lo iba a postergar, pero toqué puertas cuando llegué al Perú y nadie tampoco me abrió las puertas. No tuve suerte. Así que decidí volver a la Unión Soviética", explicó.
Después de su regreso a la Unión Soviética, Adrián comenzó a trabajar en el campo de la microfísica de sólidos para completar su doctorado. Además, se desempeñó en áreas relacionadas con ciencia de materiales y aerodinámica, donde realizó varias publicaciones académicas. A pesar de las dificultades experimentadas en Perú, Adrián decidió regresar a la URSS.
"Regresé al Perú ya con el título de doctor. Comencé a buscar también mi lugar acá, pero lamentablemente nadie me abrió las puertas. Yo llegué a la universidad de la UNI, quise hablar con el rector y presentarme y la señorita secretaria me recibe y me dice: '¿A qué viene'? Digo que deseo hablar con el rector y me dice: '¿Quién le ha enviado, tiene alguna tarjeta, tiene algún conocido?'. Yo le digo que no, que solamente quiero presentarme y decirle directamente quién soy yo y me dice: 'Imposible'. Y nuevamente dice que no tiene tiempo, que regrese. Así me tuvieron como una semana. Me cansé y no volví", señaló.
Gracias a su experiencia acumulada a lo largo de los años, estableció su propia empresa y se dedica al desarrollo de tecnología propia, creando inventos diseñados para mitigar la contaminación del aire y reducir las emisiones producidas por los motores de combustión.
En la actualidad, es padre de tres hijos, quienes están matriculados en destacadas universidades en Suecia.
"He tratado de que el Perú me apoye, pero no lo he conseguido. (…) Llegar al extranjero como profesional es un camino muy largo, pero cada uno es dueño de su vida. (…) No existen los milagros, los milagros uno los hace", culminó.
Adrián José Cabezas ha obtenido diversos reconocimientos a lo largo de su trayectoria, estos son algunos de ellos: