Las vacunas son la principal medida preventiva para evitar complicaciones por COVID-19. Estas ayudan al sistema inmunológico a desarrollar protección contra el virus sin la necesidad de contraer la enfermedad.
El doctor José Luis Cabrera, neumólogo de Clínica Internacional, explica la importancia de las vacunas en la protección de los pacientes, en especial en los niños.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacunación es una forma sencilla, segura y eficaz de protegerse de enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas. Esto debido a que activa las defensas naturales del organismo para aprender a resistir infecciones específicas y fortalecer el sistema inmunológico.
En este sentido, la vacunación contra la COVID-19 reduce el riesgo de enfermar gravemente y morir, ya que el niño o adulto estará más protegido. La inmunidad no es del 100%, es probable que, de todas maneras, vayas a contraer el virus. No obstante, se espera que las consecuencias sean menores.
Reduce el riesgo de infección. Una vez que el niños o adulto recibe su primera vacuna, su organismo comienza a producir anticuerpos contra el coronavirus. Estos ayudan a su sistema inmunológico a combatir el virus, por lo que reduce la probabilidad de contraer la enfermedad.
Un paciente vacunado puede ser contagiado. Sin embargo, si toda la población recibe las dosis adecuadas, esas probabilidades se reducen gracias a algo llamado inmunidad colectiva. “Por lo tanto, vacunarse no solo reduce la posibilidad de infectarse, sino que contribuye a la protección de la comunidad, reduciendo la probabilidad de transmisión del virus”, explicó el nerumólogo.
Las investigaciones médicas han demostrado que las vacunas son efectivas para prevenir enfermedades graves por la COVID 19. Esto constituye el principal objetivo de las campañas de vacunación contra dicha enfermedad. En este sentido, si un niño o adulto está vacunado y llega a infectarse, es muy poco probable que se enferme gravemente.
Para los jóvenes que retornan a las clases en la universidad, es importante tener en cuenta que, de no vacunarse, los mayores de 18 años tienen ocho veces más probabilidades de ser hospitalizados que aquellos que recibieron todas sus dosis.
Se ha demostrado que la vacuna Pfizer tiene una efectividad del 94 al 95% dentro de las dos semanas posteriores a la inoculación completa contra el COVID-19. Las vacunas siguen mostrando una alta eficacia para proteger a las personas de enfermedades graves por las nuevas variantes de COVID 19, una vez aplicado su refuerzo.
Como con cualquier vacuna, se registran algunos efectos secundarios. Estos incluyen dolor en el lugar de la inyección, dolores de cabeza, escalofríos, fiebre y fatiga. En la gran mayoría de los casos, estos síntomas post-inoculación son de carácter leve y desaparecen rápidamente.