Una de las pruebas más difíciles, sin duda, es la muerte de un ser querido. El dolor puede durar años y causar, incluso, alteraciones mentales cuando estas heridas no logran sanar.
Sin bien es cierto, es uno de los momentos muy dolorosos, es importante tener en cuenta que si la persona involucrada no pone de su parte, no se logrará nada.
Cada persona tiene su propia forma de exteriorizar sus sentimientos, y no todos tienen superan el dolor en el mismo tiempo, sin embargo, es importante conocer sus emociones y trabajar en ello. No existe una formula mágica para este tipo de situaciones.
Sin embargo, con esta nota intentaremos ayudarte.
Waldo Sierra, experto del Camposanto Católico Parque del Recuerdo, brinda algunas recomendaciones para llevar mejor su etapa de duelo:
Negarse al dolor que enfrenta y aislarse solo complica la situación, por eso es mejor conversar con alguien sobre la pérdida y recordar a su ser querido. De no hacerlo podría también ponerle freno al apoyo que obtiene de ellos.
Después de perder a un ser querido es normal que se sienta triste, con rabia, algo frustrado e incluso agotado debido al desgaste que significa enfrentar este tipo de situación. Sin embargo, lo mejor es aceptar siempre sus sentimientos.
Una de las claves para seguir adelante y hacerle frente a los pensamientos negativos es darle al cuerpo energía suficiente. Por ello, cuide su salud física y emocional, mantenga una buena alimentación, haga ejercicio y no descuide sus horas de sueño.
Conversar y brindar apoyo a quienes enfrentan la pérdida de un ser querido es una de las mayores satisfacciones. Intercambiar recuerdos con personas que pasan por la misma situación es una buena forma de afrontar la partida.
Creer que la bebida o el consumo de otras sustancias es una buena forma de distraer la pena, es un error. Esto puede afectar su salud, hacer que su recuperación sea más lenta y generar nuevas afecciones.
La fe no protege el dolor, pero ayuda a afrontarlo. En ese sentido los valores y principios cristianos son fundamentales en la forma cómo enfrentamos la muerte y nos reconciliamos con ella, y en el significado que le damos a nuestra propia vida.
Si el dolor no cesa y la pena ha derivado en problemas físicos, lo mejor es acudir a un psicólogo, sobre todo cuando aún es difícil enfrentar fechas como aniversarios y cumpleaños de un ser querido que ya no está.