Cuando piensa en un tatuaje, se te viene a la cabeza la idea de tener en el cuerpo un dibujo marcado que lo llevarás para toda la vida, ya que al inyectar la tinta bajo la piel esta será imposible de retirar. Pero ¿Sabías que esto no es del todo cierto, por qué tu cuerpo hará todo lo necesario para eliminarlo?
Hace tiempo se creía que como la tinta era inyectada en la parte más profunda de la piel, tenía que pasar mucho tiempo para que esta sea absorbida por el cuerpo y pudiera ingresar al interior. Cuando esto ocurría las células del sistema inmunológico se ponían a trabajar para poder eliminarlo, pero al ser tan pequeñas no lograban pasar los glóbulos blancos y mucho menos eliminar la tinta.
Pero una investigación realizada en el Centro de Inmunología de Marsella-Luminy, donde se hizo un estudio en ratones que fueron alterados celularmente y tatuados, dio como resultado que las células no dejan de luchar toda la vida para eliminar la tinta.
Esta lucha se da cuando la aguja del tatuaje pasa la epidermis, capa externa de la piel, y la conducen hasta la dermis, piel interna que está constituida por nervios y vasos sanguíneos. Estas pistolas insertan diminutas agujas, que pueden tener una frecuencia de 50 a 3000 veces por minuto.
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Esto produce pequeñas heridas internas, que hace que nuestro organismo alerte automáticamente a las células inmunológicas para se dirijan al sitio de la herida y la combatan. Los macrófadas buscan comerse la tinta con el objetivo de limpiar la inflamación y aunque estas llegan a morir en el proceso, se regeneran y dan vida a nuevas células para continuar luchando, a pesar de todo eso no podrán eliminarlo.