Un antiguo condimento que todos conocemos escondía en el pasado propiedades medicinales sorprendentes para aliviar dolencias del estómago.
Únete al canal de Whatsapp de WapaCuando pensamos en salsa, probablemente nos imaginamos acompañando un plato de pasta, carne o tacos. Pero lo que muchos no saben es que una salsa muy popular en nuestras mesas tiene un pasado más sorprendente: alguna vez fue considerada una solución médica para problemas digestivos.
La historia nos lleva al siglo XIX, cuando el "kétchup", hoy un favorito universal para acompañar papas fritas, no era simplemente un condimento. En aquel entonces, el kétchup de tomate se promocionaba como un remedio médico para aliviar malestares estomacales y mejorar la digestión.
El descubrimiento del kétchup como "cura milagrosa" se atribuye al Dr. John Cook Bennett, un médico estadounidense que en 1834 publicó investigaciones sugiriendo que los tomates podían prevenir y tratar una serie de enfermedades, entre ellas, indigestiones y diarrea. Como resultado, se comenzó a vender el kétchup en formato de píldoras, asegurando a los consumidores que podían beneficiarse de las propiedades curativas del tomate concentrado.
Los tomates contienen licopeno, un antioxidante natural que hoy conocemos por sus beneficios para la salud, como reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y proteger contra ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, en la década de 1830, las propiedades curativas de los tomates eran más un mito que una ciencia probada.
Aunque el kétchup-medicina cayó en desuso rápidamente por la falta de evidencia sólida, no se puede negar que el tomate siguió siendo un ingrediente vital en la alimentación global, evolucionando a un condimento que no puede faltar en millones de mesas.
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A medida que avanzaba el siglo XIX, la producción comercial del kétchup evolucionó de remedios en frascos a una salsa utilizada principalmente para mejorar el sabor de las comidas. Fue Henry J. Heinz quien perfeccionó la receta y creó el kétchup que conocemos hoy, con un equilibrio perfecto entre dulce y ácido.
Aunque ahora no recurrimos al kétchup para aliviar dolencias, su historia como "medicina milagrosa" no deja de ser fascinante. Hoy, los tomates y el licopeno siguen siendo estudiados por sus beneficios, demostrando que a veces la ciencia y la tradición están más conectadas de lo que pensamos.
Con el auge de la investigación sobre alimentos funcionales, quizá algún día veamos un regreso a versiones del kétchup enriquecidas con nutrientes para la salud digestiva. Mientras tanto, siempre podemos disfrutarlo en nuestras comidas favoritas, recordando su peculiar historia.
Así que la próxima vez que saques el kétchup del refrigerador, piensa en su pasado médico y en cómo una salsa tan cotidiana llegó a ser vista, alguna vez, como un elixir milagroso. ¡Un verdadero testimonio de cómo la ciencia y la cultura gastronómica evolucionan juntas!